Fueron los druidas los que desarrollaron una escritura secreta basada en el alfabeto Oghámico y aplicada a las hojas de las plantas. En ella cada muesca o grupo de incisiones estaba relacionado a un árbol, cuyo nombre en gaélico irlandés lo relacionaba con una letra. Así recolectaban toda clase de hojas, que utilizaban para enviar mensajes que sólo podían leer personas iniciadas en druidismo, consistentes en intercalar las hojas a lo largo de un hilo, según su correspondencia alfabética.
Este alfabeto tiene relación con el calendario druídico, en el que las trece primeras consonantes correspondían a cada uno de los trece meses lunares y cada uno de ellos a su vez está relacionado con un árbol. En la rueda celta del año están marcados los meses y su correspondencia con cada árbol, así como las fiestas siguientes:
Beltane
1 de mayo. Agradecimiento a los dioses familiares por proteger los fuegos del hogar
Samhain
31 de octubre, última noche del año druídico. Festividad para honrar a los muertos
Imbolc
1 de febrero. Festividad de la purificación y de recogimiento invernal en espera de la primavera
Lughnasadh
1 de agosto. Celebración de la cosecha y agradecimiento a la tierra por su generosidad
Ostara
21 de marzo. Celebra la llegada de la primavera
Litha
23 de junio. Celebra la abundancia y la belleza de la tierra
Yule
23 de diciembre. Celebra el nacimiento del Dios Sol
Mabon
23 de septiembre. Celebra el fin del verano
La cultura celta se ha transmitido durante generaciones de forma oral. La lengua celta no tenía caracteres para ser representada de forma escrita. Esto ha hecho que los únicos documentos escritos de los antiguos celtas sean los de los historiadores romanos, con la consecuente interpretación y pérdida de conocimiento. Todo esto ha hecho que no sepamos exactamente cómo era la cultura celta en su apogeo, y que los libros sobre el tema no digan lo mismo sobre quiénes eran sus dioses o lo que significaban los símbolos, por ejemplo. Depende de la fuente, variaran las fechas de los árboles o a qué protegía cada dios, pero la esencia es la misma.
No cabe duda de que los árboles tienen una gran importancia en la cultura celta. La vida de los hombres está íntimamente relacionada con los bosques. Éstos les proporcionan protección, cobijo, la leña que alimenta las hogueras y en ellos se abastecen de caza y frutos necesarios para su alimentación. Algunos árboles como el roble, son elementos sagrados a los que los celtas guardaban un profundo respeto. Los druidas utilizaban los bosques como aulas donde impartían sus enseñanzas y conocían profundamente los secretos de las plantas, de las cuales extraían los ingredientes principales de sus remedios medicinales y sus pócimas. Por lo tanto, dentro del estudio de los símbolos, es acertado empezar hablando de los árboles, esencia de la vida.
El árbol establece la comunicación entre los tres niveles del cosmos: el subterráneo, por sus raíces; la superficie de la tierra, por el tronco; y el cielo, por la copa y sus ramas. Es por tanto el eje del mundo que establece la relación entre la tierra y el cielo. El árbol de la vida surge de un recipiente, una vasija que simboliza a la madre tierra, de la que nace toda la vida.