Podemos, en profundo declive, está demostrando ser un partido torpe que ha desaprovechado la posibilidad real que le ofreció la Historia de gobernar España. Si hubiera mantenido su universalidad inicial, su diseño democrático y apertura, un espíritu que conectaba con el 15 M, podría haber sido el principal partido español. Podemos es cada día más un partido aislado y radical, a pesar de que sus dirigentes saben que eso les margina, les resta votos y les cierra el camino al poder. En las últimas encuestas, pierde votos y es ya el cuarto partido, después del PSOE, el PP y Ciudadanos. La clave quizás sea que sus dirigentes lo empujan hacia posturas y postulados cada día más radicales y ajenos a los sentimientos mayoritarios de los españoles. Abandonado por las clases medias que al principio le apoyaron, Podemos está hoy en manos de líderes marxistas y del "precariado", la nueva clase resentida de los que ganan poco y se sienten marginados, y sólo convence a los más desesperados y cargados de odio contra el sistema. Sus filas se nutren cada día más de jóvenes sin empleo, desencantados, parados de larga duración y adictos a las subvenciones y ayudas, los precarios irredentos que ha producido esta España falsamente democrática y profundamente injusta y desigual. ---
Su último gran error ha sido demoledor: al convertirse en el gran aliado de Pedro Sánchez, sosteniendo su gobierno al lado de los partidos nacionalistas que odian España y los proetarras de BILDU, Podemos ha roto sus últimas amarras con la España de las clases medias, el patriotismo en alza y la regeneración democrática. El camino emprendido por Podemos les conduce a ser un partido importante, pero siempre lejos de las mayorías, con un techo que difícilmente superará el 20 por ciento de los votos, con tendencia a reducirse si la economía va bien y a crecer un poco si la economía está en crisis y si aumentan la crispación y el deterioro.
Algún día, los dirigentes de Podemos se darán cuenta de que Pablo iglesias ha sido un mal líder, que ha arruinado un partido que acogía muchas sensibilidades, lejos del radicalismo marxista, que tenía su gran valor en la apertura y el interclasismo. Con demasiada prisa para alcanzar el poder, Pablo Iglesias ha transformado el partido en "Izquierda Unida 2.0", un grupo sectario, limitado a la izquierda radical, marxista, comunista y populista, un modelo rechazado por esas clases medias, sin las cuales es imposible ganar unas elecciones en España.
Pablo Iglesias se ha cargado la transversalidad inicial de Podemos y lo ha hecho tan vertical como el viejo Partido Comunista, con un líder-tirano en la cúspide, que, como los antiguos prebostes del Kremlin, está instalado en el dogma y el poder absoluto.
Después de haber comenzado su andadura como líder de un partido trasversal, con rasgos asamblearios y muy democrático en sus debates, el torpe Pablo Iglesias no es hoy más que el nuevo líder del comunismo español, poca cosa comparado con lo que fue y pudo haber sido. Su política, errónea, ha dejado enormes espacios a su derecha e izquierda, para que los descontentos se incorporen a Ciudadanos y a VOX.
Francisco Rubiales