Revista Cultura y Ocio

La ruta de los conquistadores por Extremadura

Por Yorga @javieramosantos


Se dijo en tiempos pasados que después de la creación del mundo y de su redención, no se había producido otro acontecimiento de tanto relieve como el descubrimiento de América. Y de la mano de los protagonistas de aquella gesta, la mayoría nacidos en esta comunidad, cargo mi mochila para recorrer la ruta de los conquistadores extremeños, aquellos personajes que llevaron su nombre y el de sus pueblos al Nuevo Mundo. Desde Trujillo a Yuste, donde Carlos I halló su retiro no solo físico después de sentar las bases de su país como la mayor potencia militar y política del siglo XVI.

Belvís de Monroy

Es tierra esta de extremos duros, tierras de lucha, de depredación, de zafras y quemas, aunque el primer lugareño con el que me topo me lo deja bien claro, por si tenía dudas: "Extremadura son dos, Cáceres y Badajoz". No pongo objeción. Entre dehesas de encinas y alcornoques me presto a inaugurar mi recorrido, que me lleva a Belvís de Monroy, baluarte defensivo y con ecos de romancero.

Apenas ha amanecido, pero el calor ya aprieta. Llego hasta el convento de San Francisco, donde obtengo la primera señal que atestigua el pasado del lugar: de aquí partieron los llamados 'Doce Apóstoles de México', por orden de Hernán Cortés, para evangelizar a los indígenas americanos. Aprovecho para visitar asimismo la iglesia de Santiago (siglo XV) y su castillo.

La ruta de los conquistadores por Extremadura
En el monasterio de Yuste se retiró Carlos V a pasar los últimos momentos de su vida.

Monasterio de Guadalupe

La carretera comarcal C-401 me conduce hasta Guadalupe, el santuario mariano de la Hispanidad por excelencia. El pequeño pueblo de arquitectura peculiar parece engullido por la majestuosidad que desprende su monasterio, un monumento gótico-mudéjar de impresionantes proporciones. Ante su fachada comprendo porqué tal coloso está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

La historia del monasterio apabulla: no menos de cinco veces los Reyes Católicos se encomendaron a la Virgen a propósito de la ofensiva contra Granada, quienes también intercedieron para que le fueron entregadas a Colón carabelas y tripulantes.
A medida que avanzo por las carreteras y viales me encuentro con pueblos, ríos, montes y lugares que un día habrían de repetirse en la toponimia de América y de otras partes del mundo. Se estima en unos 1.500 los lugares que en América Central, del Sur y del Norte contienen nombres con resonancia extremeña. Guadalupe es uno de ellos. Hay muchos más: Trujillo, Mérida, Cortés, Medellín, Granadilla, Jerez, Montijo, Valdivia, Balboa, Pizarro, Soto, Berlanga, Segura,...

Castuera y Pedro de Valdivia

Es momento de detenerse a echar un bocado. Tras el buen yantar y vino de la tierra que me dispensa una venta situada a mitad de vereda, me dispongo a llegar a Castuera y explorarla a fondo. Un guía local me recomienda que visite la casa donde nació en el año 1500 Pedro de Valdivia.

Al adentrarme por su puerta me embarga la memoria del pasado; sus paredes recuerdan la heroica conquista de Chile en 1541. Trato de aligerar el paso no sin antes visitar el noble barrio de San Juan con sus casas blasonadas, el Palacio de los Condes de Ayala y alguna ermita.
Resulta explicable que la prisa espolee mi caminar. Y es que, nada más salir de la localidad de Don Benito, por la C-520, puedo divisar con nitidez el castillo de Medellín, patria del conquistador Hernán Cortés. Este municipio tiene hoy asimismo nombre de ciudad tanto en México, donde el extremeño acabó con el Imperio Azteca, como en Colombia y Filipinas.

Quizá de origen celta, sobre Medellín fundaron los romanos una urbe en la que llama mi atención su teatro. Aquí también hay que ver y admirar su fortaleza amurallada o castillo, uno de los más recios e inexpugnables de España.

Jerez de los Caballeros y Núñez de Balboa

Con nostalgia hago camino por la Ruta de la Plata, que coincide con la N-630, en dirección a Sevilla, como así lo hicieron muchos extremeños que alcanzaron la capital hispalense para embarcar rumbo al Nuevo Mundo. Llego hasta Jerez de los Caballeros desde Fregenal de la Sierra a través de la N-435. Vasco Núñez de Balboa, Hernando de Soto y Diego de Albitez me salen al paso a la búsqueda de emociones propias de la conquista-descubimiento de América.

La ruta de los conquistadores por Extremadura
Jerez de los Caballeros está repleto de iglesias y patrimonio histórico./ Imagen cedida por Shutterstock


De glorioso pasado templario, la visita a la localidad me abruma por la belleza de su excelso patrimonio: hermosos templos parroquiales con torres inigualables como la de San Bartolomé, San Miguel o Santa María conviven en preciosa armonía con plazas, palacios, fuentes, conventos, ermitas y hasta un castillo. Acostado sobre las faldas de Sierra Morena, en este municipio declarado Conjunto Artístico Monumental la sombra del descubridor del océano Pacífic permanece perenne entre sus rincones.

Trujillo y Pizarro

Otro pueblo que me abruma por su historia y monumentalidad es Trujillo. No llego a sobrepasar el umbral que delimita si un servidor padece el Síndrome de Stendhal, pero debo reconocer que cuando entro a Trujillo a través del Arco del Triunfo, una de las tres puertas que delimitaban la villa amurallada, caigo rendido a su encanto. Es inevitable. Comprendo que Trujillo era ya una ciudad importante antes de que nacieran en ella los protagonistas de la aventura americana.
La imponente estatua de Francisco Pizarro a caballo (6.500 kilos) domina una no menos impresionante Plaza Mayor. Alrededor de ella se suceden unos cuantos templos añejos que merecen la pena: la románica iglesia de Santa María, San Francisco el Real, Santo Domingo, San Antonio,...

No me olvido del otro hijo ilustre de Trujillo. Francisco de Orellana, también partícipe de la conquista del Imperio Inca, organizó una épica aventura que le llevaría a descubrir el río Amazonas.

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En Medellín se conserva un teatro de origen romano.

Llega la hora de poner punto final a esta agotadora ruta. Aprovecho para emplear mi último aliento para poner rumbo a Yuste. Lo hago siguiendo el trazado de la C-501, hasta que doy con la Vera. Es un valle fértil y abundante, pero también cómodo y bello, dotado de armonía monacal. No me resulta extraño que Carlos I eligiera este entorno como lugar del definitivo adiós a la vida.
A escasos kilómetros se yergue el modesto monasterio, donde el emperador decidió retirarse después de su abdicación el 24 de octubre de 1535 en Bruselas. Aquí vivió entre 1556 y 1558. En la pared del Norte hay una fuente monumental y un antiguo árbol (el nogal del Emperador) junto al que descansaba. Aún se conservan restos de la gloria de aquellos años: un reloj de sol, una copia de un Tiziano, claustros góticos y platerescos, la iglesia del siglo XV-XVI...

La ruta de los conquistadores por Extremadura

Soy periodista y experto universitario en protocolo. He trabajado en diferentes medios de comunicación como 20 minutos, Las Provincias o Diario 16. Ahora ejerzo labores de community manager, colaboro en blogs y publicaciones digitales. Autor del libro 'Eso no estaba en mi libro de Historia de Roma'.


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