Queridas BBGirls, ¿cómo las ha tratado la semana? Vamos en la mitad y aún nos quedan un par de días para el merecido descanso, así que las que estén ya comenzando a reptar hacia el viernes les recomiendo que busquen la manera de inyectarse energía para terminar estos días con dignidad y no como yo que ando con el esmalte de las uñas carcomido porque no he tenido tiempo de poder arreglarlas.
Esta semana quiero hablarles de un tema muy especial que tiene que ver además con el desprendimiento (como lo vimos la semana pasada) pero que solo nos incumbe a nosotros y a nadie más, es un proceso de liberación interna que cuando se logra por completo es maravilloso.
Yo vivía buscando una vocación para ejercer. La carrera que había elegido no me llenaba y además me gustaban muchas cosas. Lo que me agobiaba porque me confundía y era imposible que pudiera manejar por un solo sentido cuando habían muchos caminos que podía tomar. Mis cercanos, de cierta forma, me criticaban, una semana quería algo y a la otra había cambiado totalmente de opinión, yo me defendía como gato de espaldas tirando arañazos y culpando a mi educación escolar que de cierta forma considero que sí es culpable, no te muestran el abanico de posibilidades en lo que a vocación se refiere. Me gustaba la danza, me gustaba la fotografía, escribir, la psicología, crear, leer, los animales… pffff! Miles de cosas que si las metiéramos en una coctelera no podrían muchas de ellas ser compatibles. Pasaron meses, me dio depresión, me sentía perdida y la ansiedad me jugaba pésimas pasadas. Comencé a perder la confianza en mí y en el creer que sí era capaz de ser feliz profesionalmente.
En consecuencia, muchos de los caminos que emprendía para dedicarme a algo los dejaba a la mitad y me frustraba aún más porque no era capaz de terminar nada. Soy un desastre. Me repetía diariamente. Un día dejé de martirizarme. No era sano y la depre no estaba desapareciendo, esto era un huracán ya que arrasaba con todo, con mis emociones y con mi relación con Tempura, que se mantuvo como un roble a cuanta mandada a la chucha recibió y volvía a conquistarme, hasta que la última vez no volvió. Cuando me quedé sola, sin ser acosada por mi Tempura, mi alma habló. Y las palabras de apoyo que él me brindaba y que para mí antes eran solo criticas poco motivadoras surgieron como verdad absoluta, esos días que él estuvo ausente yo comencé a escucharme. Y de aquí sale mi primera recomendación: ESCÚCHATE. Luego de que escuché todo lo que YO tenía que decir ante mi situación, saqué en limpio lo siguiente:
- Soy una mujer dispersa. Necesito hacer varias actividades que me mantengan ocupada sino mi cuerpo y mi alma mueren.
- No era necesario volver a estudiar una carrera, al contrario, como me decía Tempura: Agarra tu título y descubre qué área de tu carrera te gusta y deseas explotar.
- Me quiero independizar. Esto fue fundamental. Todos mis caminos tenían en común el independizarme económicamente. Tener mi empresa, mi Pyme, ordenar mi tiempo y trabajar para mi beneficio y no para el beneficio de otro.
- Debo trabajar la paciencia de forma urgente. Soy impaciente crónica. En todo ámbito.
- Debo confiar en mí y en lo que hago. Sino nadie lo hará.
Entonces ahora cuando me dicen: “Pero oye, estás haciendo varias cosas a la vez y quieres hacer varias más, yo creo que debes quedarte con una sola, eres muy dispersa.” les contesto: “No, porque yo soy dispersa y si no hago estas cosas que amo me muero, así soy feliz”. Ahora no significa que me llene de cosas, sino de aquellas en las que puedo rendir bien y sin problemas. Bien profesional.
Resumen:Para que no crean que ando uniendo peras con manzanas. El desprendimiento tiene mucho que ver con este relato, porque hablamos de el que se produce de forma intima. Es un desprenderse de miedos y perjuicios de nosotros hacia nosotros. Liberarnos de ataduras que nos impedían lanzarnos a la aventura de crecer y de tratar de ser mejores. No para el resto sino para uno mismo. Este desprendimiento es marvelous!Pero antes de esto hicimos el trabajo (no menor) de ESCUCHARNOS. Eso que algunos logran de forma innata y otros solo lo logramos cuando nuestra vida queda en suspenso. Si te pasa lo último aprovecha cualquier oportunidad en que tu zona de confort tenga un remezón para escucharte. Verás que las cosas no son muchas veces negras como la boca del lobo y en una de esas, descubres cosas de ti misma que jamás pensaste. Mish!
Una vez que tenemos clarito quienes somos y para dónde vamos. Nos aceptamos. Nadie es una moneda de oro para caerles bien a todos. Nadie nació para andar bailando al ritmo de la sociedad. Si tú no te aceptas nadie lo hará por ti. Y créanme que cuando uno anda bien de alma, aunque te hayas afeitado la cabeza, te ves radiante! Esta idea me anda rondando hace tiempo, ¡algún día tendré que hacerlo!PD1: Esto aplica en todo orden de cosas. Si desean aceptar alguna marca en su cuerpo, los kilitos de más, los kilitos de menos, las fobias, los miedos… cuando lo hagan sentirán esa mochila que llevan en la espalda más liviana.
PD2: No estudio ninguna filosofía zen. No sigo ni a Isha ni a Osho. No soy el Dalai Lama. No tengo mi vida resuelta y tampoco ando en las nubes caminando. No soy toda Paz y Amor. No ando cruzando abuelitas por la calle ni guiando ciegos. Solo escribo lo que siento y pienso al momento de transitar en este camino para ser mejor persona y sentirme satisfecha con lo que soy. Y si a alguien le sirve mi relato, ¡soy más feliz aún!