Las principales zonas vinícolas de Sudáfrica están situadas al suroeste de Ciudad del Cabo.
Todo empezó en 1652 cuando Jan Van Riebeeck fundó la compañía de avituallamiento de la Compañía de las Indias en el Cabo de Buena Esperanza y, poco después hizo traer de Europa esquejes de vid, convencido de que el vino reduciría los casos de escorbuto entre los marineros. El día 2 de febrero de 1659 escribió en su diario: “Hoy, Dios sea loado, ha fluido por primera vez el vino de la uva del Cabo”. Simon Van der Stel, su sucesor como gobernador y entendido en vinos, plantó sus propias vides en Constantia con la ayuda de refugiados hugonotes franceses expertos en vinicultura.
Los hugonotes eran los protestantes franceses de doctrina calvinista que tuvieron que huir bajo la persecución del rey Luís XIV. El 18 de octubre de 1685, el Rey Sol, decidió revocar el Edicto de Nantes y reiniciar el exterminio sistemático de los evangélicos franceses, utilizando, entre otras iniciativas, el infame Batallón especial, un grupo de soldados dedicados exclusivamente a la tarea de reprimir a los protestantes. Numerosos hugonotes huyeron a los Países Bajos, Inglaterra, Suiza o Alemania. Otros muchos se instalaron en las colonias británicas del Cabo y comenzaron sus propias iniciativas colonizadoras, contribuyendo a la fundación de Sudáfrica.
Después de atravesar períodos difíciles, hoy en día los productores sudafricanos siguen las tendencias y técnicas internacionales. Muchos productores viajan para adquirir experiencia y conocer las variedades europeas clásicas, plantadas hoy a gran escala. Algunos estudian enología en Francia, Alemania, Australia o Nueva Zelanda conscientes de la necesidad de adaptar sus vinos a la demanda del consumidor.
Un total de 4900 explotaciones cultivan 92500 Ha de viñas al suroeste del Cabo y se encuentran tres tipos de productores: las bodegas cooperativas, los productores privados y las fincas, que han convertido a Sudáfrica en el octavo productor de vino con un 3% de la producción mundial.
La ruta del vino forma parte de los circuitos turísticos y muchas explotaciones muestran sus bodegas y han abierto incluso restaurantes.
Unos 60 kilómetros separan Ciudad del Cabo de Stellenbosch, considerada el centro de la región vinícola. Pasamos de largo con la idea de visitar más tarde la ciudad y seguimos el desvío en dirección a Franschhoek. Antes de llegar al pueblo, se encuentra la bodega Boschendal, una de las más populares de la región y que teníamos interés en visitar. Entre la gran oferta de bodegas nos decidimos por Boschendal ya que la casa principal (1812) ha sido restaurada y está abierta al público como museo. La idea de conocer el modo de vida de aquellos primeros viticultores nos resultaba atractiva.
La propiedad de Boschendal, que significa “bosque y valle”, fue otorgada a Jean Le Long en 1685 pero otro hugonote, Abraham de Villiers, la compró en 1715. Los De Villiers fueron prósperos viticultores hasta 1879. Fueron ellos quienes construyeron los edificios de la finca. Fue su hijo Paul junto con su esposa Anna Susanna Louw quienes en 1812 construyeron la casa en su actual estado.
A pesar de que Jean de Villiers tuvo 22 hijos no vivieron todos juntos en la misma casa. Los hijos mayores podían abandonar la casa materna dejando lugar a los menores y las hijas se casaban muy jóvenes.
Tanto el mobiliario como los objetos decorativos reflejan la categoría y poder adquisitivo de los propietarios.
La familia era atendida por esclavos que con plumas de pavo real espantaban las moscas. La mayoría de esclavos procedían de las Indias Orientales y ello influyó en la cocina local. La esclavitud fue abolida en el Cabo en 1834.
El hecho de que los hugonotes fueran calvinistas devotos no significa que estuvieran todo el día rezando. En el salón de la casa recibían a los amigos donde jugaban a cartas, interpretaban música o bailaban. En la misma zona donde se levanta la casa principal hay también otros edificios. La antigua cochera es la actual tienda, las viviendas de los esclavos se han convertido en un café y la bodega es un prestigioso restaurante.
Para llegar hasta las bodegas debemos coger el coche y recorrer unos dos kilómetros entre las viñas. Nos despedimos de Boschendal y llegamos a Franschhoek. Este pequeño pueblo tiene un centro bien compacto donde las construcciones de estilo Victoriano se levantan en la calle principal. Conocido por su buena cocina, se considera la capital gastronómica de la región de Western Cape. Volvemos de regreso a Stellenbosch, interesante ciudad cuya Universidad acoge una Facultad de viticultura y enología y donde se concentran el mayor número de explotaciones productoras de vino de calidad. La ciudad fue fundada en 1679 por el gobernador de la Colonia del Cabo, Simon van der Stel y le llamó Stellenbosch que significa “el bosque de van der Stel”.
Fue el segundo asentamiento europeo de Sudáfrica después de Ciudad del Cabo y a finales de 1683 más de 30 familias se habían establecido allí. De aquel lejano siglo XVII queda el legado de algunos robles que Simon van der Stel ordenó plantar a ambos lados de todas las calles. El centro es una agradable mezcla de edificios de marcada influencia holandesa, Georgianos y Victorianos. La ciudad está limpia y los edificios cuidados y bien restaurados lo que hace muy aconsejable un tranquilo paseo por sus calles.