Declarado Patrimonio de la Humanidad en 1995 por ser un "excepcional ejemplo de un asentamiento humano que se ha adaptado perfectamente a su entorno, así como a las circunstancias económicas y sociales de su gente" este remoto y montañoso distrito situado a 40 min. de autobús desde Takayama tiene fama por sus rústicas granjas de estilo gas.sho-zukuri de techo de paja.
Las casas del estilo gassho-zukuri adquieren su nombre merced a la peculiar forma de su techo. A diferencia de las casas rurales japonesas llamadas minka, o las urbanas machiya, las gassho tienen el techo mucho más empinado, formando un triángulo equilátero, lo que impide una gran acumulación de nieve en invierno.
Dichas construcciones ya sea sobre un telón de fondo de colores primaverales, envueltas en las brumas del otoño o asomadas entre una alfombra de nieve, consiguen crear un marco especial en pleno corazón de Japón.
En el S. XII, se dice que el aislamiento de la región atrajo a los supervivientes del clan Taira, que prácticamente había sido eliminado por el clan Minamoto. Ya en la época feudal era un núcleo importante de producción de pólvora para la región.
En la década de los 60, la construcción de la mastodóntica presa Miboro, anegó pueblos enteros. Actualmente aunque estas aldeas están orientadas para el turismo (especialmente la villa principal, Ogimachi, de 600 habitantes) dándoles un aspecto de escenario de atrezzo, aún conservan una vida rural prácticamente extinta en Japón.
El difícil acceso a la zona conllevó a que el desarrollo urbano llegara relativamente tarde más que en resto del territorio japonés. Aún así, muchísimas de estas casas desparecieron bajo caterpillars dando lugar a los espantosos edificios y destruyendo para siempre aldeas tradicionales enteras.
De 1800 casas en 93 villas al final del siglo XIX se pasó a tener 144 casas en sólo 3 pueblos. Sin embargo, las sobrevivientes llegaron a ser protegidas por las autoridades, y luego de su inscripción en la lista de patrimonio de la UNESCO se ha asignado una partida especial para su mantenimiento y promoción. Además de Ogimachi, existen otras casas gassho en Ainokura y Suganuma.
La visita a la aldea de Ogimachi nos llevó medio día, tiempo más que necesario para hacerse una idea y conocer el modo de vida rural japonés, vuelta a Takayama para pillar el tren hacia Nagoya y enlazar con el tren bala que en 45 minutos nos dejaría en la milenaria y fascinante Kyoto.
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