"Un templo, la única cosa digna de representar el sentir de un pueblo, ya que la religión es lo más elevado del hombre". "La originalidad no debe buscarse, pues entonces es extravagancia". Antonio Gaudí.
Un fatal accidente de tranvía, el de la línea 30, acabó con la vida del ya afamado arquitecto e hijo de un humilde calderero, el 7 de junio de 1.926. Antonio Gaudí, quien con su gran imaginación era capaz de recopilar mentalmente sus proyectos sin necesidad expresa de dibujarlos en planos, fallecía tres días después en el Hospital de la Santa Creu de Barcelona.
El “inventor” de las líneas curvas aplicadas a la arquitectura, aquel que decía que “el arquitecto es el hombre sintético, el que es capaz de ver las cosas en conjunto antes de que estén hechas”, está considerado como un genio y gran revolucionario de la arquitectura moderna. El denominado Templo Expiatorio de La Sagrada Familia, en Barcelona, es su obra más destacada, aún inconclusa, y a la que dedicó todos sus esfuerzos en los últimos años de su vida viviendo, incluso, dentro del templo durante este tiempo. Sus restos, a título de homenaje póstumo, reposan en la Capilla del Carmen en el interior de la cripta del templo, curiosamente una de las partes, en estilo neogótico, que ni fue diseñada ni construida por Gaudí.
Efectivamente, después de que en 1.881 la Asociación de Devotos de San José, y gracias a varios donativos, compró la parcela de más de 12.000 m2 donde se ubicaría el templo; el 19 de marzo de 1.882, día de San José, y a partir del proyecto del arquitecto Francisco de Paula, se inician las obras de construcción que comienzan por la cripta. Rápidamente interviene Gaudí, a finales de 1.883, a quien se encarga la continuación de las obras que Francisco de Paula abandonó por discrepancias con los promotores.
La consideración de Templo Expiatorio, es decir la financiación de la construcción en base a las aportaciones de fieles y donantes, sigue retrasando su finalización aunque realizada siempre fielmente acorde a la idea original de Gaudí. "La obra de la Sagrada Familia va lentamente, porque mi Cliente no tiene prisa.", solía comentar el autor. Es así, que la única construcción realizado por él es el ábside y la maravillosa, por bella, Fachada del Nacimiento donde la escultura, la representación de la naturaleza y las alegorías al nacimiento del Mesías son su principal exponente.
El maestro era muy consciente que, dada la inmensidad de la obra y para la que preparó tres proyectos totalmente diferentes, todos ellos complicados para la época y claramente innovadores, no llegaría a ver su final y, sobre todo, al estilo de la construcción de las grandes catedrales góticas ésta se realizaría por generaciones posteriores. Terminó una parte del claustro, la Capilla del Rosario y dejó finalizada también una columna inclinada en la nave principal.
Han pasado más de 132 años y las obras continúan; expandiéndose como un árbol de gran ramaje situado en medio de un bosque. "Quiere saber donde encontré mi modelo?. Un árbol crece hacia arriba, aguanta sus ramas y éstas, sucesivamente, sus ramitas y éstas, a su vez, las hojas. Y cada parte individual ha estado creciendo armoniosamente, magníficamente, después de que Dios, el artista, lo crease".
El proyecto continúa a pesar que en la pasada Guerra Civil se quemaron buena parte de los dibujos y planos del proyecto; aún así, otros quedaron a salvo. Las torres siguen su evolución, hasta un total de dieciocho: una para cada uno de los Apóstoles; otra dedicada a la Virgen; cuatro para los Evangelistas y, la más alta -que debe ser de 170 metros de altura- dedicada a Jesucristo. "La obra humana no puede superar a la Divina, por eso la Sagrada Familia tendrá 170 metros de altura, 3 menos que la montaña de Montjuïc".
Son muchas las visitas que se producen al templo. Las colas rodean el edificio donde es fácil apreciar la variedad lingüística de los visitantes, aún a pesar del elevado precio de la entrada. La subida a cualquiera de las cuatro torres, se hará en ascensor: 4,50€, y es individual de la entrada al templo: 14,80€. Aún así, para una mejor actualización de la información en este enlace tenéis más información sobre este apartado. Sin embargo, a pesar e la sensación de frío en el interior, la visita -sin lugar a dudas- merece la pena. Ahh, no podía caer en el olvido la iluminación exterior del templo, así como la de la Fachada del Nacimiento y de La Pasión. Son espectaculares, al igual que el atardecer contemplado desde lo alto de las torres y es que, la Sagrada Familia, no puede dejar de sorprendernos. Ya lo decía Gaudí: "Ustedes han estudiado y se sorprenden de no entender lo que hago; y es que yo, que también he estudiado, aún estudio y trabajo sin parar".
Ya solo queda que, como siempre, os desee SALUD, ciudadanos viajeros.
Atardecer de Barcelona desde la Torre de La Pasión.