El presidente Zapatero, que llegó a la Moncloa con el ímpetu de sacar las tropas de Irak y establecer un Estado cuajado de medidas sociales, abandona la Moncloa con un país prácticamente en bancarrota y una serie de improvisaciones en el tema económico, que llevó a la Unión Europea a un toque de atención que permitiese encauzar nuestras maltrechas finanzas. La diferencia entre 2.004 cuando el leonés errante accedió al poder y 2.011 son abrumadoras, y si bien es cierto que ha sufrido una crisis de alcance internacional, también es verdad que otros países como Alemania, vieron reducidas sus cifras de paro, a la vez que el retroceso económico fue sensiblemente menor que en nuestro país.
Pero lo malo no han sido los nefastos resultados en este tema, sino las declaraciones de un presidente que vivió años en el mundo de Alicia, declarando al periódico afín al gobierno que se alcanzaría el pleno empleo o que éramos la envida de Italia o de Francia, a quien superaríamos en renta per capita. Ahora, con nuestro país a la cola de Europa, con medidas impopulares, sobre todo para los funcionarios, con una necesaria subir¡da de IVA que fue criticada cuando la proposición venía del PP, pagando elevados precios por la deuda, toda vez que la solvencia española está por los suelos, abandona el gobierno declarando que explicará como hemos salido de la crisis. La hipocresía, una vez más, no conoce límites.