Cuando el errado conseller de Interior de la Generalitat de Catalunya propone la disolución violenta de las acampadas en la Plaça Catalunya de Barcelona en aras de la salud pública y la higiene, obviamente ha hecho omisión de la salud mental. Aunque figure en la definición de salud de la Organización Mundial de la Salud–el bienestar físico, mental y social del individuo–la salud mental siempre queda relegada a un lugar marginal.
Mientras moderaba una mesa del XI Coloquio de la Red Española de Antropologia Médica sobre salud mental, cultura y políticas públicas, se me ocurria que los jóvenes que forman los colectivos de los indignados o acampados, expresan su desazón y desacuerdo ante la actual situación social y política también por su propia salud mental.
La situación sociopolítica produce, en cuanto te lo planteas como hacen los jóvenes recién llegados al mundo laboral una considerable ANGUSTIA. La prolongación de las situaciones de desempleo y la falta de perspectivas conduce fácilmente a estados anormales del humor, de los cuales el más común es la DEPRESIÓN. Cuando a los jóvenes se les plantea afrontar la realidad y aprecian las contradicciones entre los omnipresentes estímulos al consumo y las propuestas de ocio más o menos lujoso, ante la triste realidad económica del colectivo es fácil que se ocasionen percepciones propias de la ESQUIZOFRENIA. La presión de las modas y la amplai disponibilidad de alimentos provoca percepciones distorsionadas tanto de la propia imagen como de la relación con los alimentos que, cuando se hacen obsesivas producen trastornos como la BULIMIA y la ANOREXIA NERVIOSA. La euforia de ciertos acontecimientos, notablemente los éxitos deportivos colectivos en campeonatos internacionales, contrasta con la triste, monótona y a la vez egoista realidad cotidiana del lunes por la mañana, produce una montaña rusa de emociones que facilita la CICLOTIMIA por no decir el TRASTORNO BIPOLAR. Cuando a las cosas no se les encuentra solución y los recursos de soporte emocional escasean, una salida puede ser la autoadministración de psicofármacos que, en cuanto que son ilegales, fácilmente conducen a las TOXICOMANÍAS. La respuesta desordenada ante tanto estímulo negativo puede provocar respuestas violentas, TRASTORNOS DE LA CONDUCTA DISRUPTIVA.
Angustia, depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar, toxicomanías, trastornos de la conducta… es como para volverse loco.
Ahí es donde se echan en falta la políticas públicas para la promoción de la salud mental
X. Allué (Editor)