La crisis del Caribe y las sanciones ilegales impuestas por Estados Unidos al gobierno legítimo de Nicolás Maduro obliga al Estado nacional a planificar en el marco de las ZEE, además de garantizar por la vía de la bonificación la merma de sueldos y salario; si bien, de alguna manera, otros aspectos de la vida pública no son atendidos del todo con la racionalidad que amerita un estado de guerra ocasionado por la política exterior monroísta.
Es de sumo importante considerar otros ámbitos de la dimensión social bajo la lógica de una planificación estratégica que deben acatar ministros, gobernadores y alcaldes no como un asunto de preferencia partidista o personal sino como emergencia en el ámbito microeconómico.
En esta ocasión me refiero a la seguridad social de los profesores universitarios. Algunos casos han movido la escritura de estas líneas: docentes entre los 60 y 90 años de edad se hallan totalmente desprotegidos por la visión neoliberal y apátrida de muchos centros de salud privados que no aceptan el seguro avalado por la Opsu, entre otros; aunque, de igual manera, las compañías de seguro, se reservan lo que consideran una situación de emergencia.
Es de suma importancia, ¡urge!, investigar y auditar en los municipios del país, sin centrarse solamente en las grandes capitales, a las clínicas privadas que operan a espaldas de la realidad. Por otra parte, el Ministerio de Educación Universitaria debe abrir un sincero compás de diálogo con las autoridades universitarias y escuchar sus propuestas.
También apremia vigilar muy de cerca al sector público de la salud. Es necesario apersonarse a fin de romper con el burocratismo de los “informes de gestión” que pueden estar muy lejos de la situación que sufren los mal llamados pacientes.
Un gran académico de 91 años, de una universidad autónoma de provincia, me refería con profunda angustia que el 0800-Bigote no responde a su clamor. Este eminente maestro es un gran revolucionario que entregó su ser a la liberación de la conciencia alienada.
Exhortamos a que se apele a la fuerza multipolar (China, Rusia, Irán, etcétera), a fin de construir grandes centros de salud populares para tan mermado y humillado sector que incluyan hospitalización y cirugías.
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