Revista Diario

La salud es siempre importante pero la de un hijo, mucho más

Por Belen
La salud es siempre importante pero la de un hijo, mucho más
Cuando te quedas embarazada nunca piensas que tu hijo puede tener un problema de salud. Creo que a las mujeres no nos prepara nadie para afrontar algo así. Puede que te manden reposo en el embarazo, que incluso temas por la vida de ese hijo que está en tu vientre, y se pasa miedo, ¡vaya si se pasa!. Aparece una colección de sentimientos que te desbordan: miedo, terror, angustia, culpa, inquietud. Todos ellos se agolpan en tu corazón y te hacen sufrir.
Pero cuando tienes a tu hijo en brazos, cuando podéis miraros a los ojos, cuando te das cuenta al fin lo que supone ser madre, lo que supone tu poder de mujer, y entonces descubres que tiene un problema de salud, es como si un tsunami te arrasara.
Te descompone, te destruye por completo y tu, pieza a pieza, como si de un lego se tratara, tienes que ir recomponiéndote. Y no puedes dejarte ir, no puedes tardar mucho, porque tu hijo te necesita, y tienes que estar ahí, firme, resistente, al pie del cañón, porque lo eres todo para tu bebé.
Cuando llegan estas fechas tengo sentimientos encontrados. Me siento afortunada porque veo a mi hijo bien, saludable, feliz, es un niño contento y sin problemas aparentes. Pero al llegar el otoño empezamos el desfile de revisiones y consultas hospitalarias. Son de obligado cumplimiento, no queda otra. Hay que revisar, asegurarse y contemplar que todo vaya, como debe ir, que mi niño crezca conforme a cualquier crío de su edad. La sombra de la enfermedad nos acecha siempre, ahí está, quietecita, dispuesta a aparecer sin previo aviso, dispuesta a estropear todo este mundo feliz que hemos creado.
No me hace falta ir a la revisión para saber que mi hijo está bien, ¡más que bien!, pero los médicos deben verificarlo, constatarlo, asegurarse, plantearse nuevas revisiones y nuevas metas.
A los 2 años nos pusieron una meta que nos parecía difícil de cumplir, ¡los 5 años!, y mira tu por dónde, ya casi están aquí. Así que ahora en otoño, cuando comience con las citas médicas, añadiremos un nuevo especialista que desea verle.
Nadie nos prepara a los padres para esto. Ver a tu hijo enfermo, no poder ayudarle, no saber cómo le van a curar causa un dolor inexplicable. Muchos dicen "a todo se acostumbra uno". Pues no, yo no me acostumbro, no me gusta estar expectante, no me gusta temer que puede pasar de nuevo, no me gusta que ante cualquier dolencia infantil habitual yo tenga que estar con un ojo siempre vigilante.
"¿Cómo has podido aguantar todo esto?" me han llegado a preguntar. Pues oiga, porque no queda otra, o qué haces, ¿lo devuelves?. Es que a veces la gente no se debe dar cuenta de lo que dice. Porque os prometo que esta pregunta me la han hecho.
Pero la enfermedad te hace descubrir cosas impensables: tu resistencia física, tu fuerza emocional, la unión de tu familia, con quién puedes y con quién no puedes contar, lo fuerte que es tu hijo, y tantas cosas.... Conoces a personas muy valientes, que se enfrentan a situaciones médicas complicadísimas. He conocido a madres increíbles, fuertes, valientes, mujeres y hombres fantásticos que han permanecido al lado de sus hijos en condiciones tremendas y han salido adelante.
Y luego está el papel de los médicos y hospitales. Curiosamente vivimos en un mundo donde por un lado se idolatran los avances científicos y médicos, pero por otro lado se condenan. Sin esos médicos, sin esos genios que un día atendieron a mi hijo, él seguramente no estaría con nosotros, o estaría en unas condiciones de salud muy precarias. Gracias a esos magos del bisturí hoy tengo a mi lado a un niño sano y fuerte. Si soy devota de alguien, es de ellos. Si rezo a alguien, es a ellos. Mi fe la alimentan ellos.
Desde aquí quiero dar un abrazo de solidaridad a todas aquellas familias que, como yo un día, estáis pasando por momentos de salud complicados. Es difícil, lo sé, pero es lo que nos ha tocado y debemos enfrentarlo con todo nuestro optimismo y con una gran sonrisa. Nuestros hijos no merecen menos.

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