Revista Sociedad

La salud mental, la cuarta ola

Publicado el 02 marzo 2021 por Salva Colecha @salcofa

“El cerebro humano no está diseñado para hacernos felices, sino para sobrevivir. La felicidad es nuestro trabajo.”

-Antony Robbins

Dicen que tenemos una cierta querencia por las malas noticias, es por una función oculta de esas del “cerebro primitivo” que se las apañó allá cuando a las cavernas para evolucionar en los terrenos más hostiles imaginables. Ya sabes, o te espabilas o se te zampa un tigre. Son cosas de la Amigdala que está diseñada para

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supervisar la información que llega al cerebro para hacer saltar las alarmas ante cualquier cosa que pueda afectar a nuestra supervivencia. El problema es que nuestro cerebro no tiene sentido del humor, no distingue lo que es verdad y lo que es mentira o lo que es realidad o fantasía. ¿Qué más le da? La idea es salvar el pellejo y a la mínima hace saltar las alarmas, libera cortisol y nos pone tensos como cuerda de funambulista. Los medios lo saben, saben que las noticias malas nos atraen más que las buenas porque necesitamos los inputs para conocer nuevos peligros “por si acaso”. Y es por eso que lo normal es que nos inunden a base de titulares horripilantes, necesitan audiencia y muchos “clicks”. Tanto abusan de ello que llegamos a pensar que no pasa nada bueno en el mundo y es más bien al contrario, lo que ocurre es que las buenas noticias no venden.

Estamos tan saturados de espantos que ya andamos muy tocados de moral porque no se si te has dado cuenta que tanto cortisol acaba por pasarnos factura en la salud. Andamos todos alterados después de un año de la

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llegada del “enemigo público número uno”, el que provoca todos los males y el malo entre los malos. Tan tocados andamos que   ya se dice que la cuarta ola de esta pandemia va a ser la de la salud mental y para eso, mira por donde que tampoco estamos preparados. La falta de recursos y el aumento de la demanda urgente de tratamientos psicológicos ante la  avalancha de los que no andamos precisamente sobre una nube después de tanto confinamiento, incertidumbre y encierro no ha hecho otra cosa que sacar a la luz el hecho de que como se han empeñado en hacernos creer que vivimos en una “happycracia” de Instagram nadie se ha preocupado por algo muy importante como puede ser la salud mental.

Nos han dicho que nuestro estado natural es el de la felicidad y nos lo hemos creído eso hace que no queramos admitir que podemos tener problemas psicológicos serios y no pensemos en que, quizás debiéramos preguntar a

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un psicólogo o un psiquiatra antes de que sea muy tarde o que, por lo menos debieras aprender a desconectar un rato de tanta mala uva, relajarte, cambiar la perspectiva, hacer yoga, meditación, salir a correr. Lo que sea para romper la espiral en la que andamos metidos y te haga recuperar un poco de aire. Si te sientes mal puede ser normal, no somos diferentes del resto de animales y nuestro primer objetivo es la supervivencia y el rosario de noticias contradictorias en las que un día se puede hacer algo, el día después no y que todos los santos días estén diciéndote que vamos a palmar todos en la próxima ola no han hecho otra cosa que ir destrozando poco a poco todos nuestros esquemas y nos sintamos hechos un guiñapo.

El resultado es que tan grave que hasta la OMS ha reconocido un nuevo síndrome, la fatiga pandémica que puede incluir ese no poder asimilar los cambios, la manía rara esa nueva que tienes por lavarte las manos tropocientas veces por minuto, el mazazo que supuso el fallecimiento del vecino del tercero B, la ansiedad, el no

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dormir… y tantas otras cosas que están afectando cada vez más y más a la mayoría de los humanos que nos ha tocado lidiar con “el bicho”. No creas que eres débil. Aunque en las redes sociales sigan apareciendo personajillos sonrientes, este virus nos ha afectado a todos. Nos ha dado la vuelta a nuestra vida como a un calcetín y nos ha hecho más vulnerables, más necesitados de ayuda. Justo ahora que dicen que no podemos tocarnos es cuando descubrimos el valor de un cálido abrazo para mantenernos en pie ¿Qué le hemos de hacer? Somos así, solo apreciamos lo que perdemos.

Comprendiendo miedos y tensiones (1968) Título original: Understanding Stresses and Strains. 1968 Walt Disney Productions

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