Como ya sabeis quienes seguis a Lactando Amando en Facebok, hace unos días tuve que llevar a mi hijo a urgencias por un catarro. Algo no especialmente grave pero que ya estaba resultando más molesto de la cuenta para él y que si no era con un antibiótico iba a resultar de difícil curación. Tal como os conté mi primera sorpresa fue al comprobar que las urgencias de mi centro de salud no disponían de el servicio de pediatría. Algo raro sobre todo para un barrio con más de 25.000 habitantes. La segunda sorpresa de la tarde llegó cuando al acudir al hospital donde nos habían enviado nos dijeron que ese servicio no nos correspondía y que la próxima vez tuviéramos cuidado por que igual nos pasaba una factura por el mismo. Una velada amenaza para aquellos que reclamamos nuestros derechos de acudir a donde consideramos oportuno y no nos ceñimos a lo que este sistema nos obliga.
O hoyque he ido al centro al que teóricamente teníamos que haber acudido el otro día, para unas pruebas sin mucha importancia, y por curiosidad he querido ver el estado de la sala de urgencias en la que se supone que teníamos que haber esperado a que nos atendiesen aquella tarde. La bienvenida ha consistido en un olor bastante molesto propio de una falta de higiene o de algún accidente, acompañado de una masificación de tal calibre que incluso la gente tenía que estar sentada en los pasillos y en el suelo por no haber sillas disponibles. Vaya por delante que en este servicio se juntan tanto los pequeños como los mayores, a diferencia del centro al que acudimos que por ser un hospital materno-infantil si tiene un servicio de urgencias pediátricas propio. Como cualquier madre sabe el hecho de disponer a un niño a un entorno rodeado de personas enfermas (lógicamente nadie va a pasar la tarde en urgencias) seguramente no aporte nada bueno y puede incluso provocar que lo que era una enfermedad sencilla se complique a causa del mal ambiente que en las salas de espera se respira. No digo que en el materno no pueda contagiarse de un rotavirus o una gripe, pero es innegable que en este acude gente con todo tipodeenfermedades infecciosas.
Además, el hecho de que exista un hospital materno-infantil implica que yo pueda llevar allí a mi hijo, pues como su propio nombre indica, es un hospital especializado en niños. Este tipo de centros no tenian que estar limitados a zonas, códigos postales y demás.
Esta experiencia se une a otras experiencias de las que he tenido conocimiento en estos días, como la de una amiga cuya hija contrajo una infección en el propio paritorio, que la obligó a estar ingresada durante una semana cuando les iban a dar el alta sin ni siquiera haber podido salir del hospital. O el caso de una madre de Sevilla que recientemente ha sido indemnizada después de que tras un parto por cesárea los facultativos del hospital se dejasen en su interior nada menos que una de las compresas utilizadas durante la operación. O quizá podemos hablar de los más de 13.000 casos que el defensor del paciente ha denunciado por presuntas negligencias médicas, que además han implicado la muerte de cerca de 600 pacientes en el pasado año 2011.
Precisamente de esta memoria de la asociación se extrae la conclusión que da título a este post. Y es que una de las causas que la asociación apunta como responsable de la grave situación que vive en los pacientes sanitarios en España está relacionada directamente con los recortes presupuestarios que actualmente estamos viviendo. Todos conocemos por las noticias la situación de centros sanitarios en los cuales se cierran plantas, falta personal, falta medios e incluso, como los centros catalanes, se está empezando a cobrar a los pacientes por algo tan sencillo como hacerles una receta. Y que nadie se engañe. Porque por mucho o que salgan los gobernantes de las comunidades autónomas diciendo que sus autonomías no hay recortes no hay ninguna que se salve. Desde Madrid hasta Andalucía y desde Galicia hasta Valencia.
¿Qué solución nos queda entonces a los ciudadanos y pacientes? Pues defender nuestros derechos claramente. Defender nuestros derechos a través de los mecanismos establecidos para ello denunciando todas las carencias del sistema a través de los cauces habituales, ya sean hojas de reclamaciones, de sugerencias, las medio de información y cualquier otro del cual podamos expresar al menos nuestro descontento por la situación quien hemos creado nosotros pero que sin embargo si estamos sufriendo. Que por lo menos oiga nuestra voz para que sepan que no nos conformamos con la ruina que nos han creado.
Además, por nuestra condición de madres, es casi una obligación llevar esta defensa un paso más adelante puesto que no sólo somos nosotras las principales afectadas sino que también nuestros hijos. Esos cuyo desarrollo incipiente estará marcado en buena parte por la buena salud que tengan en estos momentos. Por eso debemos exigir cuanto servicios sean necesarios para que la salud de nuestros bebés y nuestros hijos esté plenamente garantizada: vacunas, consultas, controles, etcétera. Ningún recorte debe ni puede arrebatarnos el derecho a que nuestros hijos tengan una salud adecuada. Y ninguna administración, por muchos recortes que haya que realizar debe olvidar es que no hay nada más importante que la salud de sus ciudadanos. Una lucha en la que también tenemos que incluir el obligado final de la violencia obstétrica y que la voz de las madres se empiece a escuchar a la hora de ser las verdaderas protagonistas de su parto. Igual que llegado el momento de defender nuestros derechos también ha llegado el momento demostrado que es quien tiene que llevar la voz cantante.
Aprovechó para ofrecer a quieran querais exponer vuestras experiencias al respecto de este post lo hagáis a través de los comentarios del mismo o directamente en la página de Lactando Amando en Facebok.