LA SANTA
Mado Martínez es una mujer muy exitosa. Licenciada en Filología Hispánica, tiene tres doctorados (en Lengua y Literatura, en Lengua y Literatura Española, en Teoría de la Literatura, Literatura Comparada, Lingüística General y Literatura Hispanoamericana, y en Lenguas, Culturas y sus Traducciones en el Ámbito Mediterráneo).
Es, como veis, una experta en letras, y ha utilizado su conocimiento para crear novelas como La Maldición, La Guardiana o El misterio de Nicole Delacroix.
Nadie está a salvo cuando la procesión de los muertos inicia su andadura El colegio para señoritas Rosas del Cares —al que todo el mundo llama Manderley— siempre ha guardado un secreto atroz, especialmente desde la muerte de su fundadora, Rebeca de las Nieves. Ella había conseguido convertir aquel internado, situado en un remoto paraje de Asturias, junto a los Picos de Europa, en una de las instituciones educativas más prestigiosas del continente. Pero cuando algunas niñas empiezan a desaparecer, el oscuro secreto de Manderley se convierte en una inequívoca amenaza. ¿Qué hay detrás de las desapariciones de las internas? ¿Simples accidentes en medio de la nevada que asola la región? ¿Alguna clase de venganza urdida por la difunta Rebeca, o acaso algo más terrible? En el pueblo ya hablan del regreso de la temible Güestía, la Santa Compaña. Mado Martínez reivindica en esta novela la larga tradición del terror victoriano, al que incorpora los miedos antropológicos más atávicos. La Santa es un apasionante relato de terror psicológico que mereció el XIX Premio Ateneo Joven de Sevilla.
Os traigo una fantástica novela de misterio/terror. La he disfrutado de principio a fin (con algún parón de 20 paginillas de nada que me descolocaron un poco el ritmo), y sin duda, la recomiendo.
Es una novela narrada en tercera persona. El narrador sabe en todo momento qué es lo que está pasando, pero a los lectores nos da datos con cuentagotas, y sabemos qué está pasando en todo momento, pero el verdadero misterio radica en quién está llevando a cabo las fechorías que se narran en la novela. Desde luego, cuando llegas al final y por fin te sueltan el bombazo, te quedas con la boca abierta un buen rato.
En esta novela nos encontramos a varios personajes, y todos tienen relevancia y relación (directa o indirecta) con lo que está pasando. En primer lugar, tenemos a Lucero, el director del internado en el que están sucediendo cosas extrañas. Después, sus hijas: Alicia, Isabel y Azucena. Isabel es la más inquieta y la que se mete en más problemas. Azucena es una niña pequeña, que no sabe a ciencia cierta lo que está pasando, solo que su mejor amiga ha desaparecido y quiere que vuelva. Alicia, por el contrario, es la más madura (claro, es la mayor), e intenta calmar los ánimos de las dos hermanas. Esther es otro personaje bastante destacable, es la nana de las tres chicas, y desde que la madre de las niñas murió, ella es la encargada de cuidarlas y de ejercer ese papel. Conoce a Lucero prácticamente de toda la vida, y no se separa nunca de su lado. Por último, personaje principal a destacar: Valvanuz del Prado, una profesora nueva que llega al internado justo cuando están sucediendo todas estas desapariciones.
Como personajes secundarios tenemos a dos, que a mí, personalmente, me han parecido muy entrañables: Marta y Rocío. Marta es una chica un poco peculiar, que parece que va a su aire, pero en realidad se preocupa por lo que pasa a su alrededor y quiere con locura a sus amigas. Rocío es una chica ciega, pero con múltiples aptitudes: entre ellas, intuir lo que, paradójicamente, otros no ven.
La estructura es la tradicional: planteamiento, nudo y desenlace. Primero, se nos presenta el internado y a los personajes; después ocurren todas las desapariciones, y por último, el desenlace, que evidentemente no os voy a contar. La verdad es que merece la pena leer el libro, porque no te esperas para nada este punto, el desenlace.
La técnica narrativa que usa Mado Martínez es, además de la descripción, el diálogo. Fabrica diálogos muy fluidos que ayudan a que el ritmo a la hora de leer el libro sea bastante ágil. Además, caracteriza muy bien la forma de hablar de los distintos personajes, cosa que me ha parecido curiosa y que denota el buen uso del lenguaje en la obra.
Esta novela me ha despertado muchísimas curiosidades, impresiones y, además, me han llamado la atención bastantes aspectos.
En primer lugar, lo que más destaco es el uso del lenguaje en la obra. Mado lo emplea de tal forma que el libro nos llega como si en lugar de leer, nos lo estuviera contando otra persona, como si fuéramos espectadores de una película. Es un lenguaje muy elaborado, con muchas imágenes y muchas metáforas, lo que le otorga una visualidad tremenda. Es un lenguaje con mucha literariedad, pero a la vez es muy cercano y gracias al uso de refranes y expresiones hechas y conocidas entiendes el libro a la perfección.
Otra cosa que me ha encantado es la gran capacidad para crear esas escenas tan vivas. Me explico: parece que estuvieras en cada escenario que describe la autora, te da la sensación de ser un personaje más.
Decía antes que era un libro de misterio, más que de terror, que es como está catalogado, básicamente porque el ambiente que genera es indescifrable. No sabes con qué te va a salir a la página siguiente, y eso, además de misterio, te crea una ansiedad que te lleva a leer más y más hasta que te encuentras con el bombazo final.
Los giros argumentales, al igual que el ambiente, están muy conseguidos. Sobre todo hacia las páginas finales, vas de pasmo en pasmo, todo lo que ocurre es impactante e inimaginable.
Y ya para acabar, solo puedo decir que los fragmentos en cursiva son escalofriantes, y quizá es por ellos por los que se le otorga la categoría de terror, en vez de la de misterio. Como ejemplo, os dejaré esta:
Si no le he puesto el 5 es porque hacia la mitad del libro parece que se estanca un poco y hay un par de capítulos que no encajan exactamente con la trama principal de la novela, así que descoloca un poco. Sin embargo, pasadas esas 20 páginas (aproximadamente) vuelve a recuperar el ritmo frenético y ya no te puedes despegar del libro.