Quizá su nombre no sea muy conocido para muchos, pero es uno de los servicios secretos más poderosos y, a la vez, más herméticos que existen en todo el mundo. Es, además, el más antiguo. Fue creado en 1566 por el papa Pío V para hacer frente al protestantismo. Para ello, su misión inicial fue asesinar a la entonces reina de Inglaterra, Isabel I, una misión que finalmente no se cumplió.

La Santa Alianza está envuelta desde su nacimiento en un gran misterio porque el Vaticano nunca ha reconocido su existencia. Sin embargo, agentes de otros servicios de inteligencia han resaltado el poder que tiene y la gran información que maneja, que no es a través de dispositivos de espionaje masivo, sino que se mueve a través de la información de sus agentes. Alrededor de 300 minutantes, como se denominan, repartidos por el mundo, mandan información al Vaticano desde allí donde estén. La Santa Alianza, bajo el papado de Pío XI, pasó a llamarse «La Entidad» y contaba con numerosos diplomáticos esparcidos por el mundo. También es conocida como «Pro Deo» o el «Círculo Octógonus».Los minutantes, sacerdotes-agentes de la Santa Alianza, cuya existencia jamás ha reconocido oficialmente el Estado Vaticano, hacen todo lo que está en sus manos en defensa de los intereses de la Iglesia. Es notable el auge de misteriosos asesinatos, durante el papado del Papa polaco, Juan Pablo II, etapa conocida en los ambientes secretos como la “época de los asesinos”. Está racha incluye quizás la muerte al mes de ceñirse la tiara, del cardenal Luciani, Juan Pablo I, por las extrañas circunstancias que la rodearon, y a sabiendas del afán de dicho pontífice en aclarar cuentas oscuras en paraísos fiscales, obras en inversiones a través del IOR, Instituto para Obras Religiosas, y fuga de capitales del Banco del Vaticano, el conocido Banco Ambrosiano –fundado en junio de 1942 por el Papa Pío XII–. (Mismas ideas del actual Pontífice, Francisco, y que pueden esconder tramas como las que forzaron la dimisión de su antecesor, Benedicto XVI). Cuatro días después de morir Juan Pablo I, siguió la aparición del cuerpo ahorcado de su confidente, el padre Giovanni Da Nicola en un parque de Roma, y se podrían citar también las extrañas defunciones de cinco cardenales relacionados con las investigaciones sobre el Instituto para las Obras de Religión y la Banca Ambrosiana, entre 1979 y 1982, todos en buen estado de salud y con una media de edad de 69 años. En 1998 también se cerró con excesiva velocidad el caso de tres muertes (el comandante de la Guardia Suiza, su esposa, y un cabo) sin esperar a sus autopsias achacandolo a asuntos de celos.
Para las operaciones en los países tras el “telón de acero” fue creada por el Papa Pío XI una academia especial dedicada a la preparación de espías. Su nombre completo, “Pontificium Collegium Russicum” que empezó a funcionar en 1929. Este colegio, llevado en secreto por la Santa Sede –hecho público por la desclasificación de archivos del KGB soviético– ocupó un edificio de fachada fucsia neoclásica del siglo XVIII en la Vía Carlino Cattaneo de Roma. Sus estudiantes, de intensa preparación en idiomas eslavos y ruso, y modernas técnicas de espionaje, eran conscientes de que en cualquier momento podían ser enviados al extranjero a realizar tareas peligrosas.
No sólo aprendían a hablar el lenguaje, incluidos los dialectos de los países en los que se especializaban, sino que también estudiaban de manera intensiva la historia, la economía, y los problemas políticos de estos países.
Fue tal el poder de la Santa Alianza que Stalin, Hitler y Mussolini intentaron acabar con ella, infiltrando espías en la Santa Sede. El primero que lo consiguió fue Mussolini, quien ya desde finales de la década de los años veinte intentaba infiltrar topos en las dependencias papales. El más importante de ellos se llamó Enrico Pucci, perteneciente al mundo del periodismo. Pero la Santa Alianza comenzó a sospechar de la presencia de un espía en el Vaticano y pusieron en marcha su servicio de contraespionaje. Los agentes vaticanos idearon una trampa en la que cayó monseñor Enrico Pucci. Con él desapareció su red de agentes. No se volvió a saber nada de él.
Las operaciones conjuntas del Vaticano y la Inteligencia americana han sido vistas en los acontecimientos húngaros de 1956, durante el golpe de estado de Pinochet en Chile, de Videla en Argentina, así como la de otros dictadores suramericanos, y en diferentes puntos calientes como la revolución sandinista. Sin embargo, la mayor atención fue recibida por una operación convenida por Reagan y Juan Pablo II, el 7 de agosto de 1982, cuando ambos acordaron apoyar el movimiento Solidaridad en Polonia, el primer sindicato independiente del bloque soviético.
Tras la victoria de las fuerzas aliadas en Alemania y el fin de la Segunda Guerra Mundial, los nazis se vieron obligados a buscar refugio fuera de Europa. Miles de criminales consiguieron escapar a países sudamericanos, concretamente a Argentina, Chile y Brasil.
El Vaticano ayudó a los nazis a viajar a estos países con la esperanza de revivir el cristianismo europeo y el temor a la creciente influencia de la Unión Soviética.Una de sus misiones más actuales y desconocidas fue conseguir tecnología israelí para proteger el territorio del pequeño Estado y evitar las escuchas de otros países. Esta acción se concretó para vigilar las ondas que sobrevuelan el ambiente, las líneas telefónicas y cualquier otro canal de comunicación.(Es curioso que en el Vaticano no existe el derecho a la confidencialidad en las comunicaciones. Muy destacable para una ambientación de espías).
El Sodalitium Pianum o La Sapinière fue también una organización secreta fundada en 1906 y formada por un grupo de clérigos católicos que se dedicaban a buscar información de otros eclesiásticos –incluidos cardenales– o de miembros de congregaciones religiosas que fueran sospechosos de modernismo teológico. Las informaciones recogidas por este grupo eran comunicadas diariamente al papa Pío X, o bien a los cardenales encargados del Santo Oficio o de la Congregación del Índice, de manera que estos tomaran las medidas oportunas contra estas personas.
El grupo fue fundado por un sacerdote, profesor de historia en el Ateneo de San Apolinar, Umberto Benigni (quien también había fundado un periódico, el Corrispondenza Romana) Benigni era enemigo de la Compañía de Jesús y puso al Sodalitium y a su periódico en contra de los Jesuitas y su revista, La Civiltà Cattolica.
El Sodalitium Pianum fue disuelto por Benedicto XV en 1921.
Mártires de la causa
En 1937, los minutantes Gunther Hessner y León Brendt, destinados en la nunciatura de Berlín, descubren datos de que instituciones dependientes del Reich se dedican a purificar la raza aria y se infiltran en el Instituto de Matrimonio Racial, el primero como mayordomo y el segundo como cocinero.
Brendt tardó unos meses en informar cómo mujeres clasificadas como arias se acostaban con importantes miembros del Partido Nazi y la SS en presencia de una enfermera y un miembro ario de la SS. El Vaticano, escondiendo su fuente, emitió 55 notas de protesta.
Hessner también tuvo éxito en su infiltración. Informó de que en diversos hospitales asesinaban a los deficientes mentales y llevaban a cabo esterilizaciones. Aquí el papa Pío XI fue más duro y directo: publicó una encíclica leída clandestinamente en varias iglesias alemanas el Domingo de Ramos de 1937. La respuesta de Hitler no se hizo esperar: mil sacerdotes, frailes, monjas, seminaristas… fueron detenidos y posteriormente enviados al campo de concentración de Dachau. Posteriormente, el padre Brendt fue detenido y asesinado en 1940 por montar una red que ayudaba a huir a judíos a Suiza. El padre Hessner llegó a aportar información muy valiosa a la Santa Alianza sobre el Holocausto judío y en 1941 fue detenido y enviado al campo de Mathausen. Quizás habría podido sobrevivir, perole pillaron dando la extremaunción a un anciano polacoy lo ahorcaron.
En 1941 entró en la URSS el agente Pietro Leoni como capellán militar del ejército italiano. Era plena Segunda Guerra Mundial. Fue detenido en abril de 1945 y en junio condenado, así figura en su expediente: “la investigación del caso ha establecido que el acusado Pietro Leoni, por encargo del Vaticano, ha entrado en territorio soviético con el objetivo de realizar actividades de espionaje”. Algo parecido figura en el juicio y condena de Vendelin Javorka, ex rector del Colegium Russicum, donde se lee: “Es un agente del Vaticano. Confiesa que durante su permanencia en Roma iba a una escuela especial de espionaje... Durante un largo período ha sido rector del colegio Russicum... En 1941, con el pretexto de hacer propaganda católica en Rusia, Vendelin Javorka llegó a la Unión Soviética con encargos especiales de espionaje... no sólo religiosos sino políticos”.
Jerzy Moskwa fue detenido en enero de 1941, con pasaporte falso, y fusilado por espía acusado, junto a otros enviados del Papa, de “realizar actividades antisoviéticas con el objetivo de derrocar al poder vigente, y hacer propaganda antisoviética y derrotista en su entorno, trabajando como espía para los servicios secretos de información del Vaticano...”