En la zona noroeste de España se extiende una tierra rica en leyendas celtas y viejos cuentos. Una de las más conocidas es la leyenda de la Santa Compaña. En las zonas rurales antes de que hubiera alumbrado público la gente juraba ver entre la frondosa vegetación una procesión de almas del purgatorio. Es la Santa Compaña o la Hueste, una representación del culto a los muertos en la España celta.
Según los cuentillos la Santa Compaña va precedida de un hombre vivo que lleva una luz en un hueso. Si éste agarra a un desprevenido transeúnte puede traspasarle su carga y quedar él libre. El nuevo deberá caminar delante de las almas hasta que pueda coger a alguien que le sustituya. Se dice también que la Santa Compaña obliga a quienes se cruzan en su camino a acompañarla. Por ello se aconseja no salir de noche por los caminos y veredas, ya que uno nunca sabe con quién puede cruzarse. Si no se puede evitar encontrarse fuera a esas horas conviene llevar consigo una rama de tejo mojada con agua bendita y hacer la señal de la cruz sobre la puerta de casa. Los cruceiros suelen ser un lugar donde refugiarse de estas ánimas condenadas a vagar por la tierra.
Se considera que ver a esta procesión de ánimas es signo de mal presagio e incluso de muerte, si la Compaña pasa tres veces por la casa de alguien. En una ocasión cuentan que un matrimonia estaba de noche sacando agua del pozo para los animales y vieron salir de la iglesia a la Hueste. Encabezando la marcha iba un sacerdote que había muerto hace años y a éste le seguía un féretro portado por cuatro hombres acompañados de una comitiva que rezaba a media voz. Hombre y mujer se escondieron detrás de su casa y pudieron desde allí divisar como la procesión se metía en la casa de una vecina suya. Al día siguiente se enteraron que esta mujer había fallecido.
También se la suele ver en la noche de Difuntos, noche en la que las barreras entre el mundo de los vivos y el de los muertos caen. Parece que en Galicia, así como en otros lugares, existía la costumbre de hablar con los muertos en Nochebuena y en el día de Difuntos. También se les dejaba un plato de comida, costumbre extendida por toda Europa, como puede verse en nuestro artículo sobre la noche de Halloween.
La Santa Compaña es una interpretación gallega de un tema típico de la cultura celta conocido como la Caza salvaje o la Caza de Arturo. Se encuentran distintos cuentillos y leyendas de este tema extendidos por toda Europa. Narra la historia de un rey o príncipe muerto condenado a vagar por la tierra. La condena le obliga a encabezar una cazaría eterna seguido de un sequito de hombres malditos. Normalmente el castigo se debe a no haber guardado las fiestas, faltar a misa y en su lugar salir a cazar. Sin embargo, se puede rastrear la leyenda más allá del cristianismo. Se dice que el rey Arturo se vio envuelto en una cacería fantástica persiguiendo a un jabalí mágico que nunca logra atrapar.
La similitud entre la leyenda gallega y los cuentos sobre cacerías fantásticas llevadas a cabo por los muertos es clara. El punto de contacto no se debe sólo a que sean una ánimas condenadas a vagar por la tierra para cumplir una penitencia, sino que los vivos pueden verse atrapados por ellas.
En Escocia, por ejemplo, existe un cuento de un joven que volvía de ver a su prometida, con la que iba a casarse al día siguiente. Se hizo de noche y divisó una extraña luz en el bosque, al acercarse vio a un grupo de cazadores que le obligaron a montar con ellos y a correr por campos y caminos en un galope furioso. El joven ya no veía nada ni se podía bajar del caballo. Siguió a los cazadores en lo que le pareció una noche eterna. Por fin se detuvieron y el muchacho fue en busca de su amada, a la que encontró esperándole con los cabellos canos en la misma ventana donde se habían despedido treinta años antes.
Lo curioso de la leyenda gallega es que sea un vivo el que encabeza la marcha y que sólo puede librarse de su maldición trasmitiéndosela a otro. Estas cabalgatas fúnebres han existido desde siempre. Son comitivas de medos y fantasmas, en los que se muestra el culto a los muertos. No hay que olvidar que éste es uno de los primeros elementos religiosos en aparecer.
Esta leyenda de la Santa Compaña o de la profesión de ánimas encaja además con una antigua interpretación de la muerte como una caravana en marcha. En antiguos mitos encuentra esta idea de la muerta como un sequito, una comitiva. Podría servir de ejemplo el dios germánico Wotan, Odín en la mitología nórdica, que presenciaba los combates desde su trono y llamaba a su sequito a los espíritus de los héroes muertos guiados por las Valquirias. Los cuatro jinetes del Apocalipsis seguirían una línea similar. Las procesiones penitenciales de la Edad de la Media recogerían también este tema mítico.
Bibliografía:
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Sánchez Drago, Fernando, (2004), Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España, Barcelona, ed. Planeta.