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Mayte, la cántabra, montañesa se diría entonces, María Teresa del Carmen Aguado Castillo, nacida en 1931 en Santander, bien bregada ante un mundo de hombres, como única hembra entre 14 hermanos en una familia hostelera, Mayte digo, llegó a Madrid, después de estudiar en Suiza, en Lausana, con ganas de armarla y con grandes y renovadoras ideas de una Europa cerrada a la gris autarquía de nuestra dictadura.
Empezó en un sencillo y humilde local en la prolongación de General Mola, hoy Príncipe de Vergara, entre las plazas de República Dominicana y del Perú, justo enfrente de la marisquería Marbella.
Enseguida, dado su éxito, en 1967, se instaló a lo grande, en el elegante barrio residencial de El Viso, abriendo un lujoso, amplio y entonces revolucionario restaurante y bar en el edificio Commodore, en la Plaza de la República Argentina.
Mayte era una mujer de armas tomar ( ver la película inspirada en su vida «La Mitad del Cielo» de 1986), de ideas avanzadas en lo profesional, social, cultural y político.
Donde, además de dejarnos recetas, hoy emblemáticas como el solomillo al whisky o el ganso a las frambuesas, en un ‘best seller’ de libro de sus recetas «Cocina Práctica de Mayte», fue la primera en ambientar el restaurante con mobiliario tapizado, amplio, confortable, grandes mesas para grupos y muy importante luces indirectas y estudio de sonoridad y en erradicar la fea y usual costumbre de colocar las sillas sobre las mesas al acercarse la hora de cierre, que la ponía mala y decía era » una catetada y ordinariez».
Era una dama, de gran poder comunicativo y excelentes dotes para las Relaciones Públicas, y muy aficionada al teatro y los toros, sus dos grandes pasiones tras la cocina. Creó un premio taurino para los triunfadores de San Isidro (Madrid) y otro teatral, que ganaron grandes actores como Fernando Fernán Gómez o José Sacristán o Nati Mistral .A pesar de no ser del Régimen, supo convivir con él y fue una guarida de oro para los jerifaltes del franquismo, y el postfranquismo, al tiempo que un refugio para la bohemia nacional que nunca tenía prisa en volver a casa. Después con los modernos ucedistas, hijos del régimen, y los juveniles sociatas persistió y ambos premios se continuaron dando después de fallecer ella en 1990.En el Mayte Commodore, Edgar Neville se quedaba dormido a la segunda copa, y el Che Guevara solicitó, exigió según otros, acudir allí, con sus barbudos escoltas, para conocer esas veladas interminables, de alcohol, tabaco, buenas conversaciones y excelente cocina, donde acudía todo el Madrid interesante y bohemio a la vez que los visitantes internacionales que lo conocían por la Prensa.
Allí bailó un bolero Fernán Gómez, ese genio pelirrojo, con María Félix, la belleza de ojos espantados. Allí fotografiaron a Juan Domingo Perón, y Don Juan Carlos reincidió a menudo, como príncipe, y también como rey. El Mayte Commodore fue el restaurante principal de la vida madrileña, durante los setenta, y luego sostuvo un prestigio de reciente pasado glorioso, ya en los ochenta, y casi hasta el 2000.
Sirvan estas letras como homenaje a ella, y para recordárselo a ustedes y presentársela a los jóvenes que no la conocieren.
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