Ilustración Laurie Lipton.-Amado Nervo-La santidad
de la muerte
llenó de paz tu semblante,
y yo no puedo ya verte
de mi memoria delante,
sino en el sosiego inerte
y glacial de aquel instante.En
el ataúd exiguo,
de ceras a la luz fatua,
tenía tu rostro ambiguo
quietud augusta de estatua
en un sarcófago antiguo.Quietud
con yo no sé qué
de dulce y meditativo;
majestad de lo que fue;reposo definitivo
de quién ya sabe el porqué.Placidez,
honda, sumisa
a la ley; y en la gentil
boca breve, una sonrisa
enigmática, sutil,
iluminando indecisa
la tez color de marfil.A pesar de tanta
pena
como desde entonces siento,
aquella visión me llena
de blando recogimiento
y unción…, como cuando suena
la esquila de algún convento
en una tarde serena.