Ante las grandes masacres de la historia, el rictus humano no ha sido demasiado exigente. El mar de la vida, que esta lleno ideas, dogmas, hipótesis, materias e historias, recorre los continentes físicos para buscar el lugar donde sus cuerpos puedan asentarse: ese lugar de reposo está en el centro de nuestros cerebros. Curiosamente, estas corrientes marítimas nunca son físicas; la metamorfosis dentro de la mente humana, las convierte en subjetividad, después en pensamientos, a continuación en ideas y, si las condiciones (externas e internas) son favorables, culminaran en hipótesis.
Lo que intento expresar es: la Tierra está llena de mundos colisionando entre sí o andando por un rumbo paralelo, alejados por kilómetros o dudas, pero coexisten. Un hombre puede estar en un departamento en Roma, Italia, y pensar en el dios mitológico Odin, al mismo tiempo, en Argentina, un judío muy devoto come con su familia y se pregunta si Mao fue mejor padre del comunismo que Stalin. Pensamientos que son divergentes, crecen, vibran y se insertan en la memoria (o se olvidan) en un mismo mundo, igual que suceden eventos diferentes en un mismo país o comunidad. Quizá, mientras escribo esto, algún grupo de personas organizan un ritual ocultista, otros juegan videojuegos o alguna pareja hace el amor o se odian en silencio. ¡Hay tanto qué hacer!
Entendiendo esto, qué lo que pensamos nosotros no lo están pensando todas las personas de este planeta, al mismo tiempo y con el mismo conocimiento e intensidad, ni que lo que hacemos, todos los demás lo hacen como nosotros lo queremos, podemos hablar de la CENSURA.
Creo que hay muchos tipos de CENSURA, pero mi intención no es detenerme a clasificarlas. Hablare de un tipo de CENSURA: la de las Masas. Decir: “de las Masas Ignorantes”, no es correcto. Cada individuo es culto a su manera, y también es ignorante a su manera. Ya lo admitía un filósofo: “Yo solo sé, qué no se nada”. Pero dentro de esa Masa puede haber un iluminado confundido.
Yo, por ejemplo, sé de literatura, pero no conozco la estructura y mecánica de un automóvil, ¿esto me convierte en un ignorante? Lo que tenemos que preguntarnos es: ¿qué vale la pena ignorar y qué no debemos olvidar? No sé la respuesta, pero admito mi ignorancia, e intento- en la medida de mis intereses y posibilidades- contestar esa pregunta, o sea, no me “detengo”, igual aprendo lo necesario. Me considero un ser abierto a cualquier posibilidad, aunque mantengo mi distancia con lo Aceptado. Posiblemente el ego y la vergüenza no me permitan derretirme sobre una hoja, como a los entrometidos (sí es que a alguien le importa mi vida) les gustaría: esto es la impresión de mí por el superyó.
Y como entendemos que el Mundo tiene intereses no relacionados con los nuestros, también determinamos que ciertas acciones y pensamientos, externos, no son admisibles para nuestros intereses.
¿Qué tema requeriría un prólogo tan extraño? El llamado “Pánico Satánico”.
(Más información, aquí: https://www.youtube.com/watch?v=SBv8WbochSU)
Se puede decir que este “Pánico Satánico” ha asolado a las civilizaciones en varios momentos de la historia, incluso en etapas precristianas (como en el Egipto monoteísta, o cuando ejecutaron al apostata Sócrates en alguna ciudad Griega), pero sin la figura de Satanás como mascara del caos, y sin nombrarlo igual. Es el pánico de lo diferente, el pánico a lo desconocido (decía Lovecraft: “el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido”), a lo que, posiblemente, cambie nuestro rumbo cotidiano, nuestras costumbres heredadas (antiguas y anticuadas), y haga tambalear nuestros dogmas, que creíamos inamovibles. Esto son las masas cuando se les observa individualmente.
«LAS MASAS HUMANAS MÁS PELIGROSAS SON AQUELLAS EN CUYAS VENAS SE HA INYECTADO EL VENENO DEL MIEDO AL CAMBIO»
OCTAVIO PAZ
¡Hay un único y verdadero instigador de este pánico!: las fuerzas caóticas que nos gobiernan, siempre usando el orden para proteger su permanencia en lo alto de las cúpulas. Entre más conocemos y entendemos, mas reflexionamos y, en consecuencia, trascendemos los muros de las ideas comunes y vulgares. Este ascenso mediante el conocimiento es negativo para el Poder imperante: por su culpa menos adeptos apoyan y siguen sus causas.
“El Pánico Satánico” era pánico moral, y el pánico moral es una reacción de un grupo de personas a uno o varios comportamientos culturales de ciertos grupos minoritarios, provocada por una mala interpretación de sus significados y/o propósitos. El caso de “El Pánico Satánico” se desarrolló en EUA a finales de los setenta y hasta principios de los noventa. La Masa, mayoritariamente cristiana (Católicos, Protestantes, Evangélicos…), veía en juegos de mesa, videojuegos, libros, música, novelas gráficas y hasta carteles, mensajes subliminales, que, según ellos, buscaban incitar a los jóvenes de esa época a realizar rituales de adoración a Satanás. Ciertamente, el sueño americano ya solo era un mito, y buscar escusas fue la mejor opción para quienes aún sostenían en su solapa el emblema oxidado de la democracia.
Pero no me centrare en ese país (generador de esa “enfermedad”, que terminaría contagiando a otros países, sobre todo a su vecino retrasado del sur, México), porque yo no pertenecí a la generación que sufrió de esa casería; yo pertenecí a la generación que sufrió la “resaca” de ese pánico moral.
Recuerdo que para mis mayores, “todo lo que venía de Japón y los videojuegos, representaban a Satanás y sus legiones”. Claramente (para mis mayores), “los personajes de las caricaturas niponas eran prototipos de demonios antiguos, y sus frases y nombres (sin sentido para un occidental) eran encantamientos o hechizos o invocaciones oscuras”. “Por supuesto, continuaban mis mayores, también los videojuegos son malos, te queman las neuronas y te incitan a la violencia”. “El padre Claudio, comento mi mama, nos advirtió, en misa, de que esas cartas y trompos de plástico servían como portales para los demonios, y que por su culpa, él- por cierto, el padrecito Claudio es un exorcista aprobado por el Vaticano- tuvo que sacarle varios demonios a un niño…”
El tiempo no solo cura, también aclara. Sí, hay animes que usan a los demonios y a Satanás (influenciados por la cultura occidental, o por la presencia de comunidades cristianas en Japón, o por el imperante bombardeo de conceptos cristianos en nombres, fechas y personajes) como base para sus historias. Sin embargo, hay productos clasificados (como en todo el mundo) para mayores y menores de edad, y seria inadecuado (por no decir, imposible) que intentaran emular demonios y sus nombres en personajes dirigidos a los niños, y que desarrollan sus historias en mundos paralelos al infierno de Dante. La cultura Japonesa lo ha hecho todo, menos intentar volver satánicos a los niños del mundo. Finalmente, se demostró que los videojuegos no nos volvían tontos y, por el contrario, fortalecen ciertas facultades motrices y de aprendizaje en el cerebro de quien los juega (Claro, todo en exceso es malo). También se demostró que cualquier entretenimiento no busca incentivar la violencia. La razón de que un par de chicos maten, roben y violen, no tiene relación con lo ficticio o con una SIMULACIÓN, y sí un origen en su realidad, su condición social y económica. En el proceso descubrimos que algunas modas duran demasiado, y que el padre Claudio era un demoníaco pedófilo, que arruino la vida de varios niños, y en las narices de sus padres, demasiado ocupados buscando males en cualquier canción de AC/DC.
Era CENSURA consensuada, buscaban reprimir a sus hijos para que fueran mejores que ellos, y lo único que consiguieron fue aportar su parte al evento del fracaso de una generación. No hay que lamentarse, los precedentes no eran demasiado alentadores. ¿Por qué nuestros bisabuelos no salieron a las calles y lucharon para que el ejército no matara a sus hijos en una plaza? Culpan a los objetos y no a los Cardenales, Políticos y Generales (la triple alianza diabólica que lleva más de doscientos años desangrando al país, el verdadero Enemigo).
Los medios de comunicación mexicanos, ahora lo sabemos, sirven a los intereses particulares de políticos y empresarios. El exceso de información desalentadora o la falta de información valiosa son el cuerpo que interrumpen las mañanas, las tardes y las noches de los mexicanos. La televisión muestra pero no demanda. Y, por supuesto, está aporto varios reportajes para encender el pánico moral de las madres mexicanas. Las “Jefas de la Casa” escuchaban y veían las evidencias que demostraban que el Diablo era aquel peluche amarillo que sus hijos, nietos y sobrinos tanto amaban.
Hay un video (dejo el enlace abajo) en donde una conductora exhibía un poco de la cultura editorial japoneses a las cámaras de televisión, con una severidad y revelándose extremadamente preocupada. Era tan… tan… convincente, que hasta yo hubiera aceptado sus evidencias. Sin embargo, cuando habla de las influencias satánicas en esas revistas, usa “evangelión” como palabra indiscutiblemente satánica. “Refiriéndose a clarísimas prácticas satánicas”, dice la presentadora.
(video: https://www.youtube.com/watch?v=HeHPBQQbyfM)
Pasan los años, el internet abre el conocimiento a las Masas, la información viaja más rápido allí que en cualquier otro medio, y nacen las redes sociales; revisitamos nuestro pasado sin pisca de remordimiento, porque para nosotros nuestra niñez fue mejor que la que viven los niños actualmente, y la mostramos. Las empresas adquieren franquicias, borran su pasado oscuro y las vuelven populares, o las rescatan del olvido, es todo legal y limpio (además, la nueva generación ya no se sorprende, solo se ofende sin motivo), por eso los padres lo aprueban.
Netflix, ese bendito monstruo que ha entrado a nuestros humildes hogares, subió un día a su plataforma Neón Génesis Evangelio, y todos la vimos (o volvimos a ver, en mi caso. Yo no pude terminar el anime porque lo bajaron de YouTube. Recuerdo que lo vi con el primer doblaje latino. También, debo admitir, se me dificulto continuarla: entendí muy poco de todo lo que había visto). Hubo críticas y reclamos, y, sobre todo, una fiesta de MEMES y burlas girando en torno a ese gran anime. Volvimos a recordar a la presentadora del 7 y su “evangelión” satánico; nos reímos de su estúpida ignorancia, sobre todo porque ya comprendemos el porqué del título (La realidad es que el autor, Hideaki Anno, hizo una combinación de palabras “Bíblicas” para darle contundencia a su imponente y bella creación. Así que el título del manga (y anime) no es relevante, mucho menos la cómica interpretación de “practicas a rituales satánicos”), sí es que comprendiste del todo la historia.
(https://www.youtube.com/watch?v=eEzhIBnxXDw)
Volviendo al video, CURIOSAMENTE, la presentadora muestra primero dos Hentai´s lésbicos (y demuestra su falta de vergüenza pidiendo a la cámara que enfoque los paneles con escenas de sexo), y después muestra las revistas de Manga, que eran publicaciones sin ninguna pretensión sexual, aun cuando en la portada se exhiba a una voluptuosa figura (no le necesito aclarar, lector, que ese es el estándar que los japoneses usan para representar a sus féminas en una animación, o sea, con un estilo propio), solo buscaban acercar la cultura nipona al adolescente mexicano; parecía todo muy oportuno, muy premeditado, para, además, demostrar que también los superhéroes pueden convertirse en un retorcido cebo para los niños.
Tampoco estaba demasiado perdida aquella “Periodista” (estoy seguro que no sabía de qué carajos trataba el anime): la historia de Neón Génesis Evangelio es una reinterpretación del Viejo Testamento, con influencias lovecraftianas y del cine de Kubrick (según algunos expertos). Lamentablemente, Satanás nunca se menciona y, como sabemos, aquí los enemigos son los Ángeles.
(https://www.youtube.com/watch?v=aa3vEk_tPn0)
Es terrorífico pensar en quiénes dejamos nuestra realidad. El mundo avanza, acaecen millones de eventos en un minuto, sociedades crecen y otras caen, cuántos mueren mientras trabajamos en una oficina, las guerras y los intereses que se disputan en las sombras… pero, simplemente, recibimos migajas en treinta minutos. Es gracioso como la gente importante, la que brilla enfrente de una cámara y vemos a través de nuestras pantallas, cae por un error o por el peso de su estupidez. Es gracioso. Lo que ya no es gracioso y sí muy preocupante, es descubrir que los que nos informan o “mantienen al tanto de los sucesos” son unos completos ignorantes.
(https://www.youtube.com/watch?v=nfVOFy5WQCc)
José Avila