Revista Sociedad

La (segunda) muerte política de Strauss-Kahn

Publicado el 17 mayo 2011 por Pabloperezarmenteros
La (segunda) muerte política de Strauss-Kahn

Foto Cinco Días

De juventud comunista, Dominique suavizó su discurso, tras pasar por la facultad de económicas, con el objetivo de entrar en el panorama político socialista francés. Un ascenso mediático meteórico, portadas coloristas, positivas, de futuro, le catapultaron al ministerio de economía y finanzas en el gobierno de la “izquierda plural” de Jospin. Aquel “conglomerado” que prometió el ascenso social de una Francia cansada del conservadurismo, se estrelló en 2002, pero DSK (siglas con las que los medios franceses rotulan hoy las portadas teñidas de fondo negro) ya no estaba allí. Aquel varapalo político de la izquierda plural de Jospin se había fraguado años antes entre escándalos de corrupción y acusaciones judiciales de tráfico de influencias. Fue precisamente esto, lo que motivó la salida del gobierno de DSK, en lo que los medios franceses sentenciaron como la muerte política del prometedor economista. En 1999, saltaba a la palestra pública el escándalo Elf Aquitane. Junto a él, las siglas DSK.

Elf Aquitane, compañía petrolera francesa, promulgaba a los cuatro vientos ser el futuro del país galo en la “guerra del petróleo”. Pionera en la llamada revolución del petróleo sintético, tuvo un crecimiento inédito en el sector desde el año 1991, motivado primero por su entrada en la Bolsa de Nueva York, y más tarde por su inmersión en el “circo” de la Fórmula 1 de la mano de Renault. Todo esto se hubiera quedado en nada sin, claro está, la generosa compañía política que consiguió en sus años dorados.

Joyas, arte y prostitutas

En 1994 The Guardian abría su edición con un revelador “La investigación más grande de fraude en Europa desde la Segunda Guerra Mundial”. Y es que, Elf, se había convertido durante su ascenso en un  refugio económico para los políticos. Una especie de fondo de pensiones del que recibían joyas, obras de arte, propiedades inmobiliarias, y citas con amantes de moral sexual fuera de lo común.

Entre los imputados, un DSK empujado a dimitir de su puesto de privilegio en el gobierno. El juicio se prolongó ante el hermético silencio de Nadhmi Auchi, principal gestor de la compañía y uno de los hombres más ricos del planeta en aquelllos tiempos. La justicia francesa le condenó a 15 meses de prisión y a una multa cercana al millón y medio de euros por su participación activa en comisiones ilegales. Comisiones cuyos destinatarios, nunca se señalaron y que permitieron a DSK, salir del juzgado con una sentencia de no culpable.

Aquella fue la primera muerte política de Dominique, que se encargó años más tarde, con el enfriamiento generalizado ante la estafa del petróleo y con el beneplácito de los medios franceses, de recordarle al pueblo europeo que durante sus años como ministro de Economía y Finanzas galo, disminuyó el IVA al 5,5% para las obras de renovación en la construcción, rebajó sobremanera el déficit presupuestario, y derogó la Ley de los fondos de cobertura. DSK, además, impulsó las grandes privatizaciones en Francia (entre ellas, la de France Telecom).

Para entonces ya se había olvidado de aquella juventud comunista con la que compartía sueños e ideales y se centró en restablecer su imagen pública a través de relaciones políticas y sociales a niveles supranacionales. Aquello le llevó hasta la gerencia del FMI.

Resurrección consumada

DSK no sólo no había muerto políticamente, sino que estaba más vivo que nunca. Despertó envidias y celos al volante de su Porsche mientras se preparaba para su nuevo asalto a la política francesa. A sus 62 años, DSK, consideraba que este era su momento y así, se lo hizo saber a su partido (PS) y al panorama mediático. Volvía el colorido a las portadas, mayoritariamente de izquierdas. Se presentaba a las primarias. Quería gobernar Francia, ser el sucesor de Sarkozy. Y la Francia de izquierdas, aplaudía su vuelta.

Unas aspiraciones ahora, truncadas, por su detención en territorio americano, acusado de agresión sexual. Sus imágenes, cabeza abajo y manos esposadas, junto a sus siglas, se acompañan, otra vez, de un fondo teñido de negro. Pero no un negro estándar, sino un negro espeso.

DSK, anuncian hoy los medios, ha muerto políticamente…por segunda vez.

Beneficiados y perjudicados

Ahora, el electorado de izquierdas francés, desilusionado y sin líder al que seguir, espera los movimientos de un PS que ya ha lanzado el mensaje de prudencia ante las acusaciones que caen sobre el que esperaban fuera el líder que les sacara de las tinieblas políticas. Una llamada mediática a la prudencia mientras preparan un mensaje: “Una cosa es DSK y otra muy diferente, el PS”. Lo que parece claro, es que la izquierda francesa seguirá su camino de la mano de François Hollande ya que, Martine Aubry, ahora convertida en candidata de sustitución, tenía un pacto con DSK: si se presentaba el líder del FMI, ella se apartaba de la lucha por el liderazgo de los socialistas franceses.

Hollande es, así, el primer beneficiado de esta situación. El segundo, pero no menos importante, Sarkozy, que observa desde El Elíseo, como el PS no levanta cabeza. La tercera en discordia es Marine Le Pen. El FN, se prepara ya para sacar tajada del desgaste del político “tradicional” en Francia. Y no ha perdido el tiempo. En sus primeros minutos en radio tras el escándalo, la nueva Le Pen ha sido tajante: “Yo me lo esperaba. Todo París sabía que ese hombre tenía un problema en su relación con las mujeres. Algunos lo llaman adicción, otros patología. Ha quedado completamente desacreditado”.


La (segunda) muerte política de Strauss-Kahn
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