Revista Política

La semana de la fantasía: al otro lado del espejo

Publicado el 04 marzo 2013 por Pepecahiers
LA SEMANA DE LA FANTASÍA: AL OTRO LADO DEL ESPEJOEl amigo natsnoC, del blog Chez Morena, ha tenido la estimulante idea de convocarnos a una semana en la que abordemos el tema de la fantasía. Así que aquí les dejo un viaje a través del tiempo, de los sueños y la imaginación.  Un ladrillo de mucho cuidado, y es que me pierde ponerme gafapástico...
Supongo que, en algún momento de nuestra particular historia, el hombre perdió su asombro por el mundo que le rodeaba y probablemente quedó instalado en lo cotidiano, en la tediosa realidad de sus vivencias. Nada que ver con ese asombro ante lo primigenio, ante la nueva visión de una inteligencia recién llegada, que en su candidez de novata debió asombrarse de todo lo que le rodeaba, de la noche, de las estrellas, de la luna, de las tormentas y de la vida inmensa que paseaba en aquel escenario descomunal. Naturalmente todos aquellos aspectos mundanos fueron adornados con una fantasía desbordante, propia de una capacidad de pensar en la que era harto complicado emplear términos racionales y empíricos para explicar lo que por entonces eran enigmas indescifrables. Dotamos a la naturaleza de poderes mágicos, a la muerte de trascendencia espiritual y nuestros más desenfrenados sueños obtuvieron un cauce conciliador por medio de brujos, hechiceros y chamanes.
LA SEMANA DE LA FANTASÍA: AL OTRO LADO DEL ESPEJOEntonces llegó la religión, cargada de mitos y leyendas, de dioses poderosos, capaces de sentir debilidades tan vulgares como las humanas, pero necesitábamos que fueran como nosotros aunque mejorados sustancialmente. En sus gestos y palabras se escondían nuestras aspiraciones y deseos, sólo que ellos podían llegar más allá del límite de nuestras vidas vulgares. Griegos, romanos y egipcios se emplearon a fondo para dotar a sus creaciones divinas de un halo de fantasía sin igual, les hacían interactuar entre ellos y también entre los humanos, prueba inequívoca de que en realidad queríamos formar parte de aquel mundo imaginario. Nos inventamos gestas sin igual de héroes de carne y hueso pero que eran capaces de llegar a la última frontera, que desafiaban a monstruos, quimeras y a toda clase de enemigos. El misterio del viaje puesto al servicio de lo que la imaginación era capaz de entrever, de lo que era capaz de escudriñar desde su ignorancia. Un lugar al que no se ha llegado nunca, se puede imaginar como forma de compensar el desconocimiento, en muchas ocasiones fruto del miedo de traspasar lo que está más allá de nuestras posibilidades.
LA SEMANA DE LA FANTASÍA: AL OTRO LADO DEL ESPEJOLa literatura oral o escrita se encargó de transmitir el engranaje de la fantasía, muchas veces con historias inventadas u otras con hechos reales sobredimensionados, porque en el fondo perseguimos escapar de la realidad mediocre, con adornos, exageraciones y oropeles de la imaginación. Todo vale para evadirse de lo cotidiano, de lo que ya nos es conocido  y, en el fondo, profundamente aburrido. Hubo incluso a quien le pareció una forma perniciosa de entender la vida, que todo lo que evitara poner un pie en tierra era algo a lo que se debía combatir, que era una pérdida de tiempo y que incluso podía someter nuestra cordura a una prueba de resultados nefastos. Cervantes arremetió contra los libros de caballería en "Don Quijote de la Mancha", intentando desmitificarlo y, como suele ocurrir, el personaje central de su historia era fascinante por su propia locura, por sus fantasías. Lo que le hacía grande era su visión distorsionada de la vida, la interpretación mitológica de la realidad, lo que le convertía en un loco maravilloso, vapuleado y escarniado, pero único en su género. Es lo habitual en muchas desmitificaciones, que resurgen de sus cenizas, al igual que aquel "Grupo salvaje" de Peckinpah, del hombre que quería matar al western y lo elevó hacia la leyenda, como aquel William Munny de "Sin perdón", que a fuerza de querer ser crepuscular sólo consiguió ser un icono mítico en una noche de lluvia y pólvora.
LA SEMANA DE LA FANTASÍA: AL OTRO LADO DEL ESPEJOCualquier medio de expresión era bueno para romper las amarras de lo vulgar, la pintura y sus coqueteos con la fantasía o el surrealismo más delirante. Sueños, visiones y otros sentidos oníricos se podían plasmar a través de lienzos infinitos, de sugerentes mundos y de posibilidades sin igual. Después llegaría el cine, un vehículo hecho a la medida, de carácter osado, que abarcaría todas nuestras pretensiones, siendo capaz de ofrecernos desde aquel primer fotograma ingenuo del hombre en la Luna de la mano de Georges Méliès, hasta el inmenso crucero imperial que atravesó la pantalla de la mano de George Lucas. Todo un mundo audio visual se nos mostró pleno de posibilidades infinitas. La nueva era nos traía de la mano un amplio abanico de fantasías, casi todas centradas en la industria del ocio. Por medio de los vídeo juegos se nos ofreció la oportunidad de ser protagonistas de mil y una aventura virtuales, de ponernos en la piel de un guerrero de la edad media o de seguir las andanzas pixeladas de una ladrona de tumbas, todo en pos de sentirnos una vez más alejados de la rutina, de la normalización de nuestras aspiraciones.
LA SEMANA DE LA FANTASÍA: AL OTRO LADO DEL ESPEJOOtro aspecto fundamental en cuanto al anhelo de tocar la fantasía más allá de la punta de los dedos, es la de crear puertas de acceso a otra dimensión. El ejemplo más clarividente de ese ansia es sin duda "Alicia en el país de las maravillas" de Lewis Carroll, en donde una joven Alicia descubre un mundo tan extraordinario como quizás delirante y absurdo. En realidad, el cuento es una crítica mordaz de la sociedad de la época en la que Carroll dibujó a unos personajes satíricos, que se integran en un escenario de lo más peculiar. Mark Twain tampoco se quedó atrás en "Un yanqui en la corte del rey Arturo", aunque aquí utilice el viaje en el tiempo y traslada a su protagonista desde el siglo XIX hasta los tiempos de Excalibur. Y es que el tiempo es otra de nuestras aventuras pendientes, que quizás en el futuro deje de ser una simple fantasía. En este caso no es necesario imaginar mundos alternativos o que no tengan conexión con lo conocido. El milagro y la fascinación surgen de la encrucijada del pasado, del presente y del futuro. Un protagonista, fuera de su momento histórico e introducido en otra época, guarda las suficientes dosis de interés como para alcanzar el grado de fantasía posible. H. G. Wells lo entendió muy bien y supo plasmar una historia repleta de sorpresas y tensión en un futuro nada halagüeño. Para todos nosotros siempre quedarán en la memoria los Eloi y los los Morlock, muestra máxima de la distopía más evidente.
 LA SEMANA DE LA FANTASÍA: AL OTRO LADO DEL ESPEJOSea cual sea el vehículo o medio elegido, un espejo, un armario o una máquina del tiempo, el viaje es siempre una constatación de nuestras ansias de vivir lo insólito. Quizás la última y mejor propuesta nos la dejó el maestro Miyazaki con la magistral "El viaje de Chihiro", una puesta al día de las aventuras de la clásica Alicia, pero con el encanto especial del genio de la animación japonesa. Una niña aburrida y disgustada entra en un mundo que se aleja mucho de la realidad. Sus padres han caído bajo el hechizo de una poderosa bruja, que regenta nada más y nada menos que un balneario para dioses de lo más variopintos. Un lugar sin duda mágico que representa un viaje entre lo nostálgico y la fantasía, en la que la protagonista tendrá que demostrar su fuerza vital y su valor. Al fin y al cabo eso es lo que anhelamos como parte real de nuestras aspiraciones, o quizás sólo como un sueño emocionante desde el que mirar desde la distancia. Como en aquel corto de 1936 de Mickey Mouse, "A través del espejo", en el que se queda dormido con el célebre libro de Lewis Carroll entre sus brazos, y sueña con atravesar el espejo que le lleve a un mundo mágico, pero con la seguridad de volver a la realidad cuando las cosas se pongan feas. A todos nos gustaría mirar al otro lado, sabiendo que siempre hay posibilidad de regresar a la seguridad de eso que llamamos monotonía.

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