
"Félix se cepilla los dientes. Luego cepilla los otros dientes, los postizos, y se los mete en la boca. A pesar de la capa de adhesivo rosa que les ha aplicado, no encajan demasiado bien; tal vez se le esté encogiendo la boca. Sonríe: es la ilusión de una sonrisa. Fingimiento, falsificación, pero ¿quién se va a dar cuenta?"
Me gusta particularmente leer a Margaret Atwood porque es capaz de sorprenderme cada vez que me acerco a un libro suyo. Eso hizo que tuviera una curiosidad especial con este, ya que partía de una obra conocida que, además, me leído. Hoy traigo a mi estantería virtual, La semilla de la bruja.
Conocemos a Félix, un director de teatro que estuvo a punto de alcanzar el estrellato representando La Tempestad hasta que alguien jugo muy socio con él. Hoy es un hombre que ha perdido a su familia y que ahora se dedica a montar representaciones en un penal. Ahora representará La Tempestad en la cárcel, junto a sus reclusos, y mientras la representación toma forma bajo la perspectiva de sus improvisados actores, logra ir dándole la relevancia y forma suficientes como para que sea, además, el arma perfecta para ejecutar su venganza.
The Hogarth Shakespeare es un proyecto a nivel internacional que, con motivo del cuadragésimo aniversario de la muerte de Shakespeare, reunirá a autores contemporáneos para reinterpretar su obra. Estos autores serán Jeanette Winterson con Cuento de invierno, Howard Jacobson con El mercader de Venecia, Tracy Chevalier con Othello, Gillian Flynn con Hamlet, Margareth Atwood con La tempestad, Jo Nesbo y El Rey Lear, Edward St Aubyn con Macbeth y Anne Tyler con La fierecilla domada. Algunos han visto ya la luz y otros están por venir, pero no cabe duda de que el proyecto es, cuanto menos interesante y personalmente voy leyendo cada una de las reinterpretaciones que se publican.
Había dudado sobre si contar además en unas pocas líneas el argumento de La tempestad para quien no lo haya leído, pero lo cierto es que no es necesario. Cierto es que quien tenga la obra de Shakespeare en la cabeza relacionará a Calibán y Ariel en actitudes de muchos personajes, recogerá el nombre de miranda y recordará que la magia, la bruja Sycorax y las maldiciones que protagonizaban el original, dan origen al título de este refrito de Atwood.
Atwodd crea a Félix, un personaje magníficamente perfilado y descrito que pronto gana las simpatías del lector, pese a que a veces tengamos ganas de estrangularlo. Y Félix utiliza a Shakespeare no solo para alfabetizar o cultivar a sus reclusos y mostrar los progresos que hace con ellos, también nos permitirá a nosotros conocerles, ver aquello que han vivido y lo que han dejado atrás; lo bueno y lo malo.
Tengo que reconocer que me he reído y he disfrutado muchísimo de esta novela de Atwood. Esta es la historia de un Próspero (personaje de La Tempestad que reconocerán con facilidad en Félix quienes hayan leído a Shakespeare) moderno. Una novela que contiene una obra y entre ambas se condensa la vida, desde la pérdida terrible que Félix arrastra, pasando por la venganza o el drama penitenciario con algún momento brillante de crítica al modernismo cultural que se lleva al extremo en forma de extravangantes representaciones que rozan lo absurdo. Atwood además otorga una ligereza a sus palabras al no quedarse demasiado en ninguno de estos puntos, que provocan que la novela sea de consumo rápido y disfrute fácil para cualquier lector. Frente a lo complicado de la superposición de obras, nos encontramos con un libro de apariencia sencilla, algo que siempre he dicho que me parece de las cosas más difíciles de lograr: hacer que parezca fácil. Y eso consigue Atwood en cada novela.
La semilla de la bruja es un libro magnífico y casi inclasificable cuya lectura sorprenderá tanto a quienes reconozcan en la prisión una isla, como a quienes lleguen sin conocer la obra original. No dejéis de leerlo.
Y vosotros. Ya sea en cine, música o literatura; ¿os gustan las versiones?
Gracias.
