Bien, pues a lo tonto a lo tonto, ya se vuelve a terminar otro año. Y como este va a ser el último post hasta después de vacaciones, la lógica me dice que toca hacer un poco de balance. De hecho, así lo hice hace un año.
Lo que pasa es que, honestamente, no tengo ganas. Me da la sensación de que este año no he parado de contarte mis penas y alegrías. Todo pasa tan rápido…
Soy consciente, además, de que tú te pasas por mi casa para aprender de GTD® y de efectividad, no para leer sobre mi vida. Pero si nos sinceramos, estarás de acuerdo en que en estas fechas tampoco estamos para posts demasiado sesudos. Así que pospongo la continuación de la serie #AprenderGTD para enero.
Después de darle alguna vuelta, lo que voy a hacer es un 2×1. Un balance, pero de lo que he aprendido de GTD® durante este año.
Hace aproximadamente diez años que empecé el camino, y a día de hoy aún sigo aprendiendo. Cuando decimos que nunca termina, es una verdad como un templo.
Y es que GTD® es algo vivo, en constante evolución. Sin ir más lejos, con este fin, en la comunidad mundial de Trainers y Master Trainers de manera recurrente compartimos nuestros aprendizajes. Ya sean los propios como usuarios, o los que recogemos de los centenares de miles de personas que usan la metodología y con las que tenemos contacto.
Paralelamente, en OPTIMA LAB, cada mes tenemos programada una sesión de lo que llamamos el «Club de Debate», donde también seguimos aprendiendo acerca de las potencialidades de la metodología. Como decía Covey, seguimos afilando la sierra, como usuarios y como trainers. En otras palabras, probamos y validamos cosas que luego ponemos a tu disposición en nuestras formaciones.
Tengo que decirte que me divierte y me apasiona este juego. Hace que me sienta parte de algo. Sé que soy una «infinitésima partícula» en el universo mundial de GTD®, pero ver que soy parte activa y partícipe de esta evolución hace que todo tenga sentido.
A veces oigo que GTD® ya es «viejo», que cuando David Allen nos deje —dicho sea de paso le deseo larga vida al gran maestro— esto se va a ir acabando. Nada, nada, no les hagas caso, esto tiene cuerda para rato. GTD® aún tiene mucho para sorprenderte. Especialmente si eres una persona que ya tiene los fundamentos integrados. Y hasta aquí puedo leer, y te dejo con tu hype.
Dicho esto, vuelvo al propósito del post. Como te estaba explicando, mi sistema GTD® sigue en plena evolución. Si miro la forma que tenía hace un año y la forma que tiene ahora, hay diferencias significativas. El motor es el mismo, pero ahora luce un tuneado fetén.
Y la gran sorpresa es que esta evolución de GTD® no va hacia donde seguramente estás pensando. No va ni de contextos pro, ni de checklists milagrosos, ni de automatizaciones dignas de la NASA.
Va justo en la dirección contraria. En la dirección de aplicar los principios productivos con sentido común. Unos principios productivos, que después de diez años no hace falta recordar, porque ya son parte de mí. De usar un GTD® totalmente desnudo.
Intentaré ponerte un símil, a ver si consigo explicarte lo que siento.
El proceso me recuerda a cuando aprendí a ir en bicicleta. Al principio, bastante tienes con mantener el equilibrio. Progresivamente ganas confianza y seguridad, y te olvidas de la bicicleta. Como ya dominas, llega la época de dedicarte a la pirueta acrobática. Pero esta fase, no es la final, también se acaba.
Y aquí es donde se produce un back to the basics. Donde estoy ahora. Volviendo a disfrutar de la propia esencia de ir en bicicleta, ya sea para disfrutar del paisaje o, sencillamente, para ir de un lado a otro. Perspectiva y sensación de control 😉
Porque en esencia, dejar la mascarilla colgada en el pomo de la puerta para no olvidártela, también es GTD®. ¿Ves por donde voy?
¡Felices fiestas y que el 2021 sea un año lleno de salud!
Photo by Courtney Nuss on Unsplash
La entrada La sencillez es mi evolución de GTD® se publicó primero en Efectivitat.