Revista Cultura y Ocio

La sensación de estar viviendo en el centro del mundo, António Lobo Antunes

Publicado el 26 abril 2018 por Kim Nguyen

Por lo general, solo los artistas mediocres dicen cosas interesantes y desconfío instintivamente de los que tienen labia, de los que hablan fluidamente, de los graciosos, de los que disertan, sin pudor, sobre su trabajo. Nunca le cuento a nadie lo que estoy haciendo. Mi misma hija
– Papá nunca habla de lo que escribe.
y no sé si ella entiende que no es posible hacerlo. De qué hablar, si trabajo en la oscuridad y no veo nada. Si me fuese posible hablar de un libro, no sería necesario escribirlo. Trabajo en la oscuridad, tanteando, llegan sombras y se van, llegan arquitecturas fragmentarias que confluyen, se unen. Un día de estos, en la primera versión de un capítulo, empecé a llorar mientras escribía. He leído que Dickens
(otro aburridísimo)
reía y lloraba durante la composición de sus libros. No pude creerlo. Ahora sí lo creo: nunca antes me había pasado y dudo que me vuelva a pasar. Pero fue un momento único, de felicidad total, la sensación de haber alcanzado y de estar viviendo en el centro del mundo, en el que todo me resultaba claro, de una belleza indescriptible, de una armonía absoluta. Son momentos así los que persigo desde que a los doce o trece años
(para qué estoy haciéndome el tonto, sé perfectamente la fecha exacta)
me vino la seguridad fulminante de mi destino: fue el día 22 de diciembre de 1955, a las cinco de la tarde, yo iba, era pequeño, a casa en autobús, y de repente
– Soy escritor
y palabra de honor que esta evidencia me dio miedo: yo ni siquiera sabía lo que era un escritor. Después entendí que era casi todo lo que no son las personas que hacen libros, y lo entendí mejor.

António Lobo Antunes
Epístola de san António Lobo Antunes a sus lectores

Foto: António Lobo Antunes


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