Revista Decoración

La sensibilidad

Por Palmichula @PALMICHULA
Salió de la consulta sujetándose el corazón con una mano... A veces pensaba que no le cabía y usaba las dos al mismo tiempo. Un hombre que pasaba por la acera de enfrente se le quedó mirando con una sombra de inquietud en la mirada, llevaba un carrito rosa y verde lima que se le antojó delicioso, como un hermoso baúl de secretos a punto de desbordarse, quiso preguntarle si podía mirar en su interior, pero inmediatamente desechó la idea y una lágrima caliente le rodó por la mejilla hasta asentarse suavemente en la punta de la barbilla, allí, decidió dejarla.
LA SENSIBILIDAD

Minutos antes, el doctor se había sentado muy serio frente a él, escrutándole minuciosamente tras sus lentes esperó a que él, incómodo, sintiéndose terriblemente observado, le preguntara. 

- ¿Es muy grave doctor?

- Mucho, yo diría que puede usted morir en horas, minutos y hasta segundos, esta enfermedad tiene diferente grados de incompatibilidad con la vida, no puedo engañarle.
- Pero... ¿qué tengo exactamente? 
- Pues yo diría que el diagnostico es claro, clarísimo, padece usted de "SENSIBILIDAD AGUDA"
- Pero, ¡No puede ser! ¡Y ahora! ¿qué voy a hacer?
- Existen tratamientos que remiten los síntomas, pero tendrá usted que ser muy estricto y sobre todo disimular sus sensaciones, este mundo no está hecho para los SENSIBLES y podría usted tener graves problemas de adaptación.
- Comprendo- Sintió como el corazón le daba un vuelco - ¿Y en que consiste el tratamiento?
- Debe tomar usted estas pastillas, 5 por la mañana, 5 por la tarde y 5 por la noche, poco a poco se sentirá mejor, ¡no se preocupe tanto, hombre!, es una enfermedad de las raras, pero a veces pasa.
LA SENSIBILIDAD

Había tres tipos de pastillas en la caja que le mostraba, de diferentes formas, texturas y colores. Quiso tocarlas y mirarlas fijamente para hacer una lista de diferencias en su mente, se imagino que eran gominolas que había comprado en la tienda de la esquina, recorriendo cada mostrador con la bolsa en la mano, debatiéndose entre las esponjosas nubes, los tiernos ositos o las explosivas pastillas de burro...


LA SENSIBILIDAD

- ¿Cuáles he de tomar primero? 

El doctor le miró extrañado - No le comprendo.
- Me refiero a que color debo tomar en las comidas y cual en las cenas... 
- Cualquiera 
- ¿cualquiera? 
- Son todas iguales, lo importante es respetar el número 
- ¿Me había parecido que tenían "PEQUEÑAS" diferencias- Resaltó, la palabra "Pequeña" con temor a que el doctor le tomara por loco 
- Le repito que no le comprendo, puede tomar cualquiera... - Dijo el doctor, frunciendo el ceño.

- ¿Y qué me recomienda hacer para disimular hasta que las pastillas hagan efecto? 

- Cosas sencillas, que no le costarán mucho, evite mirar fijamente las cosas y abrir en exceso los ojos, póngase estas gafas de sol, le ayudarán a difuminar los colores, contenga el asombro, tápase la boca como cuando va a bostezar, colóquese estos tapones en los oídos, así evitará distracciones.
LA SENSIBILIDAD

Antes de salir de la consulta, se fue directo al aseo tapizado con una composición perfecta de baldosas blancas y Negras. 

Tomó con un sorbo de deliciosa agua fría las cinco primeras pastillas, el agua nunca le había parecido insípida, decidió empezar por las rojas, el recuerdo a fresa ácida de su niñez le estalló en el cerebro brotándole una risa espontánea.

Con los tapones puestos, tapándose la boca y los ojos entrecerrados salió a la calle, comenzó a andar deprisa sin mirar por donde iba, por el rabillo del ojo le pareció ver a un hombre que tiraba de un incómodo y oxidado carrito que invadía la acera mientras una señora le increpaba nerviosa.

Cruzó los brazos sobre el pecho, para evitar que el corazón latiera más de la cuenta y apretó el paso, le pareció notar el calor de una lágrima, un leve temblor en los labios... Se pasó la mano por los ojos y se la quitó de un manotazo... El mundo se fue tiñendo de gris a cada paso que daba, pero se sintió mejor, tal y como el doctor había pronosticado... A pesar de todo, alcanzó a darse cuenta de que no pudo sonreír y no entendió muy bien porque... tal vez, 5 pastillas no eran suficientes... Abrió la mano y cientos de pequeñas gominolas cayeron desperdigadas cubriendo por completo los adoquines, el hombre del carrito lima y rosa se le quedó mirando con la boca abierta...


LA SENSIBILIDAD
Texto: Cosas de Palmichula

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