La separación ¿un fracaso?

"No he conseguido darle a mi hijo un modelo de familia tradicional", me decía una amiga con voz rendida.
Le contesté que no estuviera triste, que lo que le había dado era un ejemplo de integridad y coherencia.
Es impresionante cuánto ha calado en nuestra sociedad el modelo cinematográfico de familia feliz. Hace unos años, la separación era antes que nada un fracaso social, sobretodo para la mujer. Ya no tenía el estatuto superior de "mujer casada", por eso nuestras madres se resistieron tanto a la separación y aguantaron carros y carretas, un aguante que no redundó forzosamente en la felicidad de los hijos ya que provoca un sentimiento de deuda insaldable de los hijos hacia la madre, que "aguantó un martirio por mí".
Con frecuencia los hijos se dejaban con los abuelos, o en un internado. Nadie pensaba que el hijo para "ser feliz" tenía que vivir rodeado de papá y mamá que se dan la mano mientras caminan y se miran acaramelados, sino que su felicidad estaba basada en su bienestar económico, su educación, su formación académica y el respeto hacia sus padres. Este es un modelo ideal que en muy poco tiempo han forjado los centenares de películas y series de televisión que nos atornillan en la cabeza toda una mitología peligrosa, por ser inalcanzable. Parejas que se aman, se casan por amor y permanecen unidas hasta la muerte, mujeres rubias que siempre están bien peinadas, siempre preparan estupendos desayunos con huevos y tortitas en unas cocinas-salón de baile y que no tienen arrugas ni michelines, casas con jardin, perro y barbacoa en zonas residenciales...
Estamos enfermos de culpa por no poder hacer realidad unos modelos imposibles.
No deberíamos olvidar que Hollywood es un negocio, no una referencia vital, moral, social,sexual...