Revista Cultura y Ocio

La sequía, el clima y la ficción

Publicado el 03 mayo 2023 por Elena Rius @riusele
LA SEQUÍA, EL CLIMA Y LA FICCIÓN

"A unos cuatrocientos metros a la izquierda se abría la boca del río seco, el curso que había seguido diez años antes, para llegar a la playa. Miles de toneladas de arena y piedras sueltas que bajaban al lecho vacío desde las lomas adyacentes habían sepultado las orillas, ocultas también en parte por los trabajos de la cantera. (...) Del otro lado de la cantera se abría una concavidad entre las dunas, donde sobresalía el descolorido techo dorado de una casilla de una vieja feria de diversiones. El cobertizo de madera pintada a rayas colgaba sobre los caballos silenciosos del tiovivo, inmovilizados como unicornios en la espiral de los ejes." (J. G. Ballard, La sequía, 1965)

LA SEQUÍA, EL CLIMA Y LA FICCIÓN

Este fin de semana llovió en mi ciudad. Al fin, después de más de dos meses sin que cayera ni una gota. Y de un invierno excepcionalmente seco. Estábamos cansados de mirar el cielo azul, implorando la aparición de alguna nube preñada de agua. Lamentablemente, la alegría fue efímera. Un par de chaparrones, y ha regresado la sequía. Contemplar los parques y sus plantas sedientas -no las riegan, dicen, para ahorrar agua; estoy segura de que las piscinas privadas de Pedralbes lucen perfectas-, las fuentes vacías, da dolor. Casi tanto como las fotos de los embalses medio secos, de los que han tenido que evacuar a los peces, que iban a morir por falta de oxígeno en el agua. Miedo me da pensar en el verano, que auguran será aún más tórrido que el anterior (y llevamos ya varios años batiendo récords de calor). La sensación inevitable es de hallarnos próximos a un mundo apocalíptico, donde la vida pronto va a volverse imposible. 

Pero todo esto ya lo preveía la literatura. Visionarios como Ballard, que hace sesenta años ya fue capaz de imaginar escenarios tremebundos en que el mundo se enfrentaba a catástrofes climáticas, causadas por el hombre, desde El mundo sumergido a La sequía o algunos de los relatos incluidos en la antología Playa terminal (En el titulado "Ocaso" la atmósfera terrestre ha quedado afectada por la minería extensiva de oxígeno para abastecer la atmosfera de otros planetas). Después, mucho después (parece que en 2007) se acuñó el término clima-ficción (o cli-fi, del inglés climate-fiction). Hoy, empezamos a sospechar que no se trataba de ficciones, sino de anticipaciones. Leídas en su momento, estas novelas podían sonar a distopia; leídas hoy, producen un escalofrío mucho más cercano. 

Lamentablemente, muchas de las obras de Ballard son hoy inencontrables (o se venden de segunda mano a un precio abultado: La sequía ronda los 92 euros). Aunque he oído rumores de que está previsto reeditarlas. Esperemos que lo consigan antes de que sus premoniciones se hayan hecho realidad. Si no, siempre queda el recurso de acudir a una biblioteca. (Me consta que las bibliotecas de Barcelona están bien surtidas de sus novelas.)

LA SEQUÍA, EL CLIMA Y LA FICCIÓN
                                                                               La película que hizo Spielberg basándose en la novela es también                                estupenda. Spielberg narra como nadie las historias de niños que                                 descubren el mundo adulto. (Aprovecho para recomendar Los Fabelman)

En cualquier caso, mi Ballard favorito sigue siendo El imperio del sol, la novela inspirada en los dos años que pasó de niño internado en un campo de prisioneros japonés en Shanghai. Sin duda, cuando uno ha visto tantas cosas terribles a temprana edad, cualquier catástrofe parece posible. Pero hay que saber plasmarla. Y el mundo imaginario de Ballard es a menudo escalofriantemente real. 

Por el momento, no podemos hacer más que seguir mirando al cielo, angustiados. 

(Por si algunos de mis amables lectores es ballardiano de pro, les informo de que acaba de publicarse una curiosísima -y por eso mismo muy ballardiana- obra inspirada él y su mundo, Ballard Reloaded, de Beatriz García Guirado y Andreu Navarra.)

LA SEQUÍA, EL CLIMA Y LA FICCIÓN


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