Pasadas las horas y los días en los que se habla de proezas colectivas, es hora de que se diga con infinita justeza, que el título alcanzado por los Cachorros en el juego decisivo de la Serie Mundial de béisbol tiene grabado el nombre del cubano Aroldis Chapman.
Casualidades de la vida. Aroldis ya había sido cachorro, pero en Cuba. Militó en el equipo de béisbol de su natal provincia de Holguín. Como cachorros se le conoce también a este equipo con el que Aroldis Chapman disparó todas las alarmas.
Todo el que supo que su talento seria patrimonio no de un país sino del mundo lo vio jugar en su estadio holguinero ante la mejor de las aficiones de Cuba. Pero desde entonces hasta la fecha ha llovido mucho.
El relevista que comenzó la serie con la moral por el piso por un supuesto incidente de violencia doméstica cuando vestía el uniforme de los Yankees terminó llevándose la victoria del juego decisivo. Y así el mejor de los cachorros, el de siempre, rompió la maldición, para lograr una serie mundial inolvidable.
Chapman nunca flaqueó, nunca dijo que no, mientras el manager Joe Maddon le seguía asignando tareas cada vez mayores, relevos de esos que se ven pocas veces en años, en situaciones adversas.
El presidente de los Cachorros sabía lo que significaba un talento de esta magnitud en su cuerpo de relevistas. Muchos tenían dudas pero Aroldis los convenció a todos. Felicidades Campeón!. Y ahora que dirán los Yankees.
Con información de El Nuevo Herald.
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