![La seriedad del humor La seriedad del humor](http://m1.paperblog.com/i/300/3006367/seriedad-del-humor-L-5OoFI2.jpeg)
El crimen cometido es de tal gravedad que ha dejado conmocionados a los franceses, en particular, y a las sociedades occidentales, en general, por representar un ataque deliberado a los valores y principios democráticos y a los derechos humanos, lo que ha despertado una súbita reacción de solidaridad con las víctimas de la matanza y de defensa del derecho a ejercer la libertad de expresión aunque hiera los sentimientos de los caricaturizados, sean de la religión que sean. La sátira, según reflexiona en un artículo de El País Fleming Rose, promotor de las primeras caricaturas publicadas en 2005 en un diario danés, es una “respuesta pacífica a la barbarie. No mata. Ridiculiza y mueve a la risa, no al miedo ni al odio”. El humor es un rasgo civilizado de inteligencia frente a la irracionalidad de los detentadores de la Verdad absoluta. Irrita y molesta a los que se sienten humillados por ver sus creencias, por legítimas que sean, rebajadas a simples opiniones discutibles y susceptibles de ser aceptadas o rechazadas.
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Una intolerancia que expresa la debilidad de sus creencias, de su pensamiento e ideas. Creencias, para unos, intocables mediante el respeto impuesto y la censura, y para otros, por la violencia y el terror. Unas creencias tan poco sólidas que no pueden confrontarse mediante la palabra, el diálogo, el humor o las viñetas, que son vulnerables a la crítica, la sátira y hasta la Razón, a la que denostan, como a su ahijada la Ciencia. Y lo que más les duele es el escarnio del que acusan al humor, esa forma intelectual de relativizar cualquier totalitarismo -ideológico, político, cultural, social o religioso- que constriña las libertades, incluidas las de expresión y opinión, o cualquier Verdad absoluta que sofoque las verdades parciales que todos poseemos. Los intolerantes que asesinan o se amparan en sacrosantas ideas intocables no entienden la seriedad del humor. Por eso no pueden acabar con él, ni con balas ni con censuras.