Revista Educación

La serpiente

Por Siempreenmedio @Siempreblog
La serpiente La serpiente

Estoy viendo la televisión, el canal DMax. No, ya sé, no es muy divertido, pero también me han pasado un montón de cosas que se suponía que tenían que ser divertidas y no lo fueron. Bioy dijo aquello de 'vivir es distraerse', punto para Bioy.
La televisión es una mierda inmunda desde ya, y todo lo que allí sucede es apenas un pálido reflejo de la mierda más absoluta en que nos hemos ido convirtiendo. Y si no te das cuenta, eso significa que ya estás tan untado en mierda que te parece que el mundo siempre fue marrón.
El programa que están dando consiste en un tipo, una especie de Indiana Jones, que va por la selva o el desierto calzado con unas infames Crocs de color rosa analizando la vida de los animales, sus conductas. El tipo se arriesga, salta desde un árbol, corre mientras va explicando alguna de las tantas cosas que suceden en la naturaleza y que nosotros, los que vemos el programa, desconocemos por completo.
En el programa el tipo está agazapado detrás de una roca, armado con una especie de varilla de metal con un pequeño doblez en ángulo recto cerca de la punta. Al parecer está buscando a una peligrosa serpiente.
Y la encuentra, escondida entre las piedras. La serpiente, descubierta, se inquieta, intenta retirarse. Pero el hombre es un experto y logra atraparla. Juega con la serpiente para que los televidentes alcancemos a apreciar su particular destreza en el manejo de los animales. Tiene a la serpiente, que quizás sea la peligrosa mamba negra (perdonen mi absoluto desconocimiento en lo tocante a nombres de serpientes letales), atrapada de la cola con una mano, mientras utiliza la varilla de metal para mantener a la serpiente a cierta distancia de él mismo. La serpiente se arquea aterrada, intentando comprender lo que está sucediendo. Se mueve en el aire, lucha por aferrarse a algo que no existe mientras la cámara la toma en un primerísimo plano. Podemos ver una mezcla de furia y animal estupor en el rostro del bicho.
Y de pronto el hombre, que habla a la cámara con humor y naturalidad, quizás se ha descuidado, apenas. Ha dejado que la serpiente se acerque demasiado.
Es un breve parpadeo, solo un momento. La serpiente logra una imposible contracción hacia atrás sobre la varilla de metal, y pivoteando prácticamente en el aire logra escupir un chorro de veneno sobre el rostro del hombre.
El tipo aúlla de dolor. El veneno le ha entrado en un ojo y en la boca. Tira la varilla (y la serpiente) tan lejos como puede y cae de rodillas. Comienza a vomitar mientras grita, la cámara lo enfoca, el ojo se le ha puesto del tamaño y quizás del color de una pelota de tenis.
El hombre cae desmayado y patalea mientras el que maneja la cámara no sabe muy bien qué hacer. Se oyen gritos, ruido de más objetos que se caen.
Y descubro que me estoy riendo a carcajadas, ni en la mejor época de 'El club de la comedia' me reía así. Es tan importante que si andas por la vida rompiendo las pelotas algo se te complique, tan importante... Sé que me voy a acordar de la escena cuando pase algún tiempo y me voy a seguir riendo.


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