El libro infantil " Der Giftpilz" (La seta venenosa) fue publicado en el año 1938 por el editor del periódico Der Stürmer (de profundo discurso anti judío), Julius Streicher. El libro está escrito por Ernst Hiemer e ilustrado por Philipp Rupprecht. Lo que por su titulo puede parecer un cuento infantil que enseña a que los niños tengan cuidado cuando paseen por el bosque, resulta ser una metáfora para educar a los niños desde su más tierna infancia en el antisemitismo promulgado por los nazis.
Este es un fragmento de Der Giftpilz:
El pequeño Franz ha ido a buscar setas al bosque con su madre. [...] Por el camino, la madre le dice:
Mira, Franz, lo mismo que sucede con las setas en el bosque pasa con las personas. Hay setas buenas y personas buenas. Existen setas venenosas y personas malas. Y de esas personas hay que prevenirse como de las setas venenosas. ¿Entiendes?
-Sí, mamá, entiendo- dice Franz. -¡Si nos fiamos de las personas malas, puede ocurrirnos una desgracia, como podemos morir si comemos una seta venenosa!
-¿Y sabes quiénes son esas personas malas, esas setas venenosas de la humanidad?
Franz responde orgulloso:
-¡Claro, mamá! Son...los judíos. Nuestro maestro nos lo dice en la escuela. [...]
-¡Bien!- Aplaude la madre. Después sigue hablando, se ha puesto muy seria.
-Los judíos son personas malas. Son como setas venenosas. Y al igual que resulta difícil distinguir las setas venenosas de las buenas, es muy difícil distinguir a los judíos ladrones y delincuentes. Del mismo modo que las setas venenosas se presentan en la naturaleza con los colores más diversos, también los judíos consiguen hacerse irreconocibles adoptando los aspectos más extraños.
-¿Qué aspectos extraños?
La madre se da cuenta de que el niño no lo ha comprendido del todo y continúa hablando.
-Oye bien. Está, por ejemplo, el judío ambulante que vende tejidos y mercancías. Alardea de que su mercancía es la mejor y la más barata. Y en realidad es la peor y la más cara. ¡De él no debes fiarte! [...] Sucede lo mismo con los judíos ganaderos, los de los mercados, con los carniceros, los médicos, con los judíos bautizados, etc. Aunque finjan, aunque se muestren amables y repitan que solo quieren nuestro bien, no podemos creerles. Son judíos, y solo judíos. ¡Son venenosos para nuestro pueblo! [...] Del mismo modo que una seta venenosa puede matar a una familia entera, un solo judío puede aniquilar a un pueblo entero, a una ciudad entera, incluso a un país entero.
Franz ha entendido a su madre.
-Mamá ¿todos los no judíos saben que el judío es tan peligroso?
-Por desgracia no. Hay muchos millones de no judíos que no han conocido todavía al judío. Y por eso tenemos que informarles y ponerles en guardia contra ellos. Pero también debemos poner en guardia a nuestra juventud. Nuestros chicos y chicas tienen que saber quiénes son los judíos. Deben saber que el judío es la seta más venenosa que existe. Al igual que las setas crecen por doquier, el judío se encuentra en todos los países del mundo. Del mismo modo que las setas venenosas provocan a menudo desgracias, el judío es causante de miseria y de pena, de infección y de muerte.
Este texto muestra muy claramente la consideración de los judíos por parte de los nazis, pero en el resto de la narración sigue hablando de lo nocivos que son y han sido a través de la historia y la vida corriente.
La seta venenosa es solo un ejemplo de este tipo de libros infantiles, que con apariencia de simples cuentos inculcan los valores nazis y el culto al Führer desde la más tierna infancia.
Los nazis adaptaron casi todo el temario educativo a la doctrina nacionalsocialista. Los niños decían "Heil Hitler" en el colegio más de cien veces al día. La esvástica, imágenes de Hitler, y eslóganes nazis estaban repartidos por todos las escuelas.
Entre los docentes se hizo una limpieza para que solo ejercieran los afectos al partido. Los maestros debían ser autoritarios e inculcar a los alumnos la visión nacionalsocialista del mundo. Se crearon materias nuevas como Adoctrinamiento y Salud y Eugenesia.
Los niños aprendían a leer y escribir con abecedarios en los que, por ejemplo, estaba la H de Hitler. A los más mayores se les pedía redacciones del tipo "Hitler como garante de la unidad alemana". Este adoctrinamiento se aplicaba también a otras la materias, como la matemáticas. Un problema planteado a los escolares:
Para la edificación de un manicomio se necesitan 6 millones de marcos ¿Cuántas casas residenciales, a 1.500 marcos, cada una se hubieran podido construir en lugar del manicomio?
Los juegos para niños también se encargaban de difundir la propaganda política y racial; e inculcar el militarismo en los niños. Un ejemplo es el juego de mesa "Juden Raus", una especie de "Juego de la Oca" en el que se trata de echar de la partida a los judíos. Las fichas tenían el aspecto que el imaginario nazi otorgaba a los judíos, como la nariz ganchuda formando un seis.