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La sicalipsis como norma: «La Vida Galante» (1898-1905), revista erótica

Publicado el 10 enero 2021 por Aranmb

En los siete años que duró la publicación de La Vida Galante -Vida Galante, sin artículo determinado, a partir de su número 91- nunca hubo pornografía. Solo lo erótico tuvo cabida en un semanario con retranca y cabeza que, en su primer ejemplar, presentaba a la gallega Carolina, La Bella Otero (1868-1965) no solo como a una mujer hermosa –su belleza, se dice, tiene algo diabólico que escandece la carne como su fuese un veneno-, sino como una de claro entendimiento, conversación inagotable, salpicada de ingeniosidades peregrinas y donosura de buen tono, extraordinario don de gentes e impecable venustidad.

Vaya: que lo que hoy definiríamos como lo sapiosexual ya se inventó a finales del siglo XIX. Y puestos a inventar palabrejas, eso también lo hizo La Vida Galante, de la mano de su editor, Ramón Sopena. A él se atribuye la invención del término «sicalíptico»: algo pícaro, algo verde, siempre asociado a las nobles artes del galanteo y el erotismo. «Remigio es un sereno verdaderamente sicalíptico», dice un relato publicado en Vida Galante en 1903. «Está al tanto del movimiento galante de su demarcación, y suele indicarme todo lo que se refiere a la vecindad femenina, sin escatimar detalles ni incidentes».

Eso era La Vida Galante, y esta es su historia.

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La aventura de Zamacois y Sopena

La sicalipsis como norma: «La Vida Galante» (1898-1905), revista erótica

La idea surgió a mediados del año 1898 y juntó a dos genios de la sicalipsis: el aragonés Ramón Sopena (1867-1932), que ha pasado a la historia como editor de diccionarios pero que guardaría en lo más profundo de su escritorio importantísimas colecciones de novelas eróticas, clichés pornográficos y obras teatrales ‘picantes’ y Eduardo Zamacois (1873-1971), escritor que elegiría, muy a disgusto de su noble familia, la bohemia como modo de vida. Nadie mejor que él para publicar una revista de tamaño pequeño, menor que un folio, que huyese del carácter informativo del Nuevo Mundo, una de las primeras revistas ilustradas de España, y del social del Blanco y Negro. Aquella sería, según Zamacois, «una publicación traviesa, con historietas de mujercitas locas y maridos de vodevil, aunque sin audacias de mal género«.

Poca broma: quien esté tentado a definir a La Vida Galante como un semanario pornográfico se topará con firmas clave para nuestra literatura como la de Joaquín Dicenta, Villaespesa o Benavente; traducciones de Baudelaire ya en su primer número y toda una agenda teatral que demuestra que por entonces también aquel género caía rendido a lo sicalíptico. Solo en los últimos meses de vida de la publicación se caería en la crónica social, tal vez para ganar el público que ya comenzaba a escasear, al menos para equilibrar las pérdidas económicas causadas por las multas de la Gobernación -el descenso en el número de desnudos, aunque estos siempre fueron parciales, también fue a la zaga-.

Redactada por distinguidos literatos. Ilustrada por reputados artistas. Así se anunciaba, en su primer número, La Vida Galante, en los kioskos cada domingo, a quince céntimos el ejemplar.

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Tarifas de suscripción a La Vida Galante en 1898.

Una revista deficitaria

La Vida Galante fue deficitaria en sus primeros años y por tanto, tampoco sus colaboraciones se pagaron a los autores hasta que la revista se popularizó. En un primer momento, la publicación solo se vendía en Barcelona, donde se imprimió hasta 1902, y podía encontrarse en Madrid únicamente en el 10 de Mesonero Romanos en la librería de Gregorio Pueyo. Con el tiempo el éxito de las publicaciones de Sopena, también de corte erótico, editadas con un papel fabricado en exclusiva para ellas y con precio especial para los suscriptores de la revista así como la mayor popularidad de la misma, remontarían la situación, aunque solo hasta 1905, el año de su desaparición. La imprenta de Vida Galante, sita en el 10 de la barcelonesa calle Gravina, se ofrecía para la autoedición de obras e impresión de todo tipo de documentos, de recibos de inquilinato a esquelas, en las páginas de la propia revista. Y editaba, claro, toda clase de «libros festivos» de corte pícaro pero también médico, destinado para la higiene de los matrimonios, así especificado, a pesar de que la propia revista promoviese, precisamente lo prohibido: el sexo independiente de la vicaría.

Los títulos de algunas de las obritas editadas por Sopena para ser vendidas junto a la revista semanal no tienen desperdicio. Para muestra, un botón: El interior de Emilia (1899), que tenía la pimienta por montones, un «capullo de novela» (!), La explotadora de amantes, La joven de las tres enaguas, Las ligas de la desposada o El hombre de los tres calzones (1905)

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Tipos de pechos. 15 de octubre, 1899

Erotismo, pero no desnudez

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O, al menos, escasa y poco frecuente. La mayoría de las fotografías publicadas en La Vida Galante exhibían mujeres profusamente vestidas algunas, insinuantes; las menos, mostrando, como mucho, pechos o trasero desnudos. Los primeros eran los que decidían la calificación física de la mujer, rotunda siempre a ojos del espectador actual, pero a veces con los pechos más pequeños -y era, entonces, flaca– o más voluminosos –gorda-. «Cuando damos mujeres flacas, el periódico baja; cuando las damos gordas, sube», leemos el 27 de agosto de 1899, en un texto que fijaba la belleza canónica de la mujer para la época en tener el rostro y las piernas finos, pero el pecho y el trasero gruesos.

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13 de agosto de 1899.

Cambios

Hubo pocos. La estructura de la revista no cambió en toda su trayectoria salvo por la inclusión del color en la portada y contraportada, en noviembre de 1899, y el cambio de dirección tras la marcha de Zamacois (1902), quizá perceptible en el rumbo de la publicación por la inclusión, a partir de entonces, de más temática de crónica social y una menor carga gráfica y erótica de ilustraciones y fotografías; si bien esta tendencia ya había empeado en la última etapa de Zamacois como director. El ideal de belleza femenina tampoco cambió en los siete años de trayectoria.

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Portada de Rojas. 28 de abril de 1905

Otra moral

El lector contemporáneo se sorprenderá del trato de La Vida Galante hacia temas hoy -afortunadamente- tabú como la sexualización de las niñas que si bien no excesivamente frecuente, sí se tolera habitualmente en la etapa adolescente o incluso en la infantil. En uno de los primeros números, el correspondiente al 20 de noviembre de 1898:

Las niñas son promesas engalanadas con el seductor atavío de la ilusión. En sus cuerpos de columbina empiezan a bocetearse los injuriantes contornos de la mujer futura: los pechos se insinúan, las caderas se arquean infladas por la voluptuosa pubertad que llega, las formas se precisan y con sus inquietas cabecitas, sus pies blanquísimos que no han caminado hacia el crimen y sus labios reideros que nunca han mentido son los dijes más preciosos de su sexo. De una niña puede esperarse todo; todas las ternuras, todas las abnegaciones, todas las bellezas.

Y hasta se incluyen fotografías que hoy genera cierta repulsión contemplar. Lejos de juzgar estas argumentaciones, cabe recordar que, aún una década después de esta publicación, en 1909 a pocos extrañó el idilio de Antonio Machado, frisando los 35 veranos, con Leonor Izquierdo, de la que se enamoró con catorce años y con la que se casó con quince.

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La «negra» asustaba a los clientes del dentista, para que se les desprendieran las muelas con facilidad. La Vida Galante, 2 de julio de 1899

Tampoco estuvo exenta la revista de racismo. Fue muy común, especialmente en sus primeros números, representar a personas africanas -generalmente se situaba su origen en Sudán- haciendo chanza de su fealdad; o referencias al canibalismo; o a su condición de esclavitud o servidumbre (sin que esta tuviera el caracter erótico que sí se aplicaba a las criadas españolas).

Asturias en La Vida Galante

Nosotros también estuvimos presentes en La Vida Galante. Y el asturiano. Fue de la mano del madrileño pero apasionado de Asturias, José Francés (1863-1964), en el relato El Destino, publicado el 22 de diciembre de 1905: «Pos mira, tú, Fermín, tú serás el mi home, porque yo quiero, porque lo quieres tú… y porque sí, ¡ea!».

No falló el tópico de la asturiana como ama de cría, ocupación habitual en la Villa y Corte, donde gozábamos de importante fama, junto a las pasiegas. «La niñera que me crió (era) una asturiana sanota y con unos pechazos inflados como ubres de vaca suiza», dice un relato del 9 de abril de 1899. Ni tampoco el de lo abrupto de sus paisajes. «¿A dónde te dirigirás en tu viaje de novios?», pregunta una amiga a otra en el ejemplar del 14 de mayo de 1899. Y responde esta que a Oviedo, «porque dice mi novio que en la línea de Asturias hay muchísimos túneles».

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Evolución de los pechos con la moda. 1 de abril, 1903

Publicidad secreta

Lo cuenta mucho mejor Marta Giné: principalmente, en La Vida Galante se publicaban los anuncios de los libros de Sopena y traducciones de títulos que nos costaría asociar a una publicación de este tipo, como El contrato social de Rousseau o al mismísimo Bakunin. Sin embargo, el carácter sicalíptico de la revista va a permitir también la inclusión casual de anuncios de productos medicinales peor vistos en la prensa generalista: aquellos que trataban las enfermedades de transmisión sexual o, por supuesto, las milagrosas Pilules Orientales, que prometían rellenar los pechos de forma voluptuosa con una receta de eficacia bastante dudosa.

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Mataflujos Paradell, para curar los flujos secretos. Año 1898.

Lo femenino sí, lo feminista no

Editada en plena época de auge sufragista, aunque La Vida Galante rehuía el tratamiento de la actualidad (nulas referencias hay en toda su trayectoria a los nombres de los importantes prohombres de la política española), en algunas escasas ocasiones sí manifestó la opinión de sus colaboradores hacia el feminismo naciente. Y es apropiado utilizar el sustantivo en singular y no en plural porque todas iban en una misma dirección: el feminismo, decían, intentaba prescindir del varón, lo tomaba como enemigo y resultaba ridículo e innecesario.

Versa Miguel Toledano el 21 de octubre de 1900 que las pretensiones feministas eran que no se nos niegue nada / y la mujer, desde ahora / pueda ser gobernadora / y ministra, y diputada. / Pruébese nuestra pericia / dejándonos legislar, / hacer chanchullos, votar / y hasta administrar justicia. / Que nos dejen escribir / en la prensa, y probaremos / que, como el hombre, / tenemos gran maña para mentir. Por contra, los hombres deberían barrer, / cuidarnos los chiquitines, / remendar los calcetines, / guisar, peinarse y coser. / Cambio completo de oficios, / que es lógico y razonado; / bastante tiempo han gozado / de todos los beneficios. Todo un imposible, según Luis González Cando en el ejemplar del 5 de febrero de 1904. El hombre se tendrá que hacer todo él solito y eso es pedirle peras al olmo. ¡Vaya!

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Vida Galante contó con ilustraciones de gran calidad, como estas de Méndez Álvarez el 1 de julio de 1904

El final

Vida Galante se fue como llegó: en un frío invierno aunque, para la marcha, fuera este el de 1905. El último número publicado fue el del 29 de diciembre de aquel año y la crónica de la muerte, anunciada: sendos artículos de Zamacois y Sopena despedían a una publicación que había tenido deudas a lo largo de sus cuatro primeros años y multas a lo largo de toda su existencia. Censuraba Sopena por entonces la mojigatería de aquel gobernador tajante que les había puesto en aprietos más de una vez, «uno de esos púdicos Sanchos que creen que la regeneración de España ha de surgir prohibiendo la publicación de retratos de mujeres más o menos escotadas». Fue por entonces cuando Zamacois y Sopena se prometieron luchar por la publicación para que esta viviera todo lo que ellos quisieran. Y así fue. Zamacois se cansó de ella en 1902, cuando pasó a ser un simple colaborador. Sopena, en 1902. «Los periódicos, como los hombres, se hacen viejos, se gastan». Pero Vida Galante ya había hecho historia. ¡Y de qué manera!

Algunas referencias

Todos los ejemplares de Vida Galante, en la hemeroteca de BNE | http://hemerotecadigital.bne.es/details.vm?q=id:0004120007&lang=en

Vida Galante. Etapas y características | https://gansoypulpo.com/dir-cab/vida-galante/

La publicidad de origen francés en La Vida Galante | https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/35/47/18gine.pdf

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