En 1876 la Academia de Bellas Artes de Valladolid creó una Galería Arquelógica que fue germen del actual museo. El Ayuntamiento contribuyó a la formación de aquella galería y cedió, por considerar dignos de figurar en ella, varios objetos que se hallaban en el Hospital de Esgueva. Así es cómo esta silla de manos, junto con la espada y los guantes que se decía habían pertenecido al Conde Ansúrez, vinieron a formar parte de la ”colección fundacional" del Museo Arqueológico de Valladolid.
Estado inicial de la silla
Es una de las piezas más antiguas del Museo de Valladolid. Viene a ser una caja cerrada y cubierta, formado por una estructura de madera ensamblada. Su parte delantera, algo más ancha que la trasera, es la puerta de acceso. Su interior o habitáculo está todo guarnecido de terciopelo rojo ribeteado de fleco y sencilla pasamanería; se abre al exterior por tres vanos que están dotados de vidrios, en origen deslizantes por dentro de los paneles laterales y de la puerta mediante un sencillo sistema de arrastre con una cinta. De los cuatro pasadores de hierro dispuestos en los costados, los traseros son Iigéramente más distantes del cuerpo de la caja, para dar paralelismo a los largueros de madera desaparecidos que se introducirían por ellos para el transporte de la silla por dos porteadores.
Proceso de restauración de la silla
Antes de la intervención, los deterioros impedían su exhibición. A destacar los graves desajustes, pérdidas estructurales y decorativas, y la abundante suciedad. Las sustancias grasas que invadían el cuero y la talla. Manchas, roces y pérdidas por todo el revestimiento
Quizá legada al Hospital de Esgueva por algún bienhechor, debió de utilizarse para traslado de enfermos y médicos hasta deteriorarse o quedar fuera de servicio, librándose de su destrucción por haber sido destinada a confesonario, función que no era raro dar a estos muebles tras su vida útil.