Desde las entrañas más profundas de la imperial ciudad de Úbeda, escondida entre sus callejones centenarios, renace de forma milagrosa la que un día fue morada de “Yavé”, hoy rebautizada como “Sinagoga del Agua”.
Gracias a las voces ahogadas del pasado, las piedras que un día fueron fieles testigos de la fe ancestral de los hijos de Sión, nos han hablado. Y por el empeño y la intuición de un hombre audaz que fue capaz de interpretarlas, han encontrado el camino para mostrarnos la huella eterna de los que un día convivieron en paz con cristianos y musulmanes en un mundo que hoy somos incapaces de imaginar.
Quizás fuera una casualidad pero el destino quiso que el elegido para llevar a cabo una promoción inmobiliaria en el casco antiguo de Úbeda fuera un constructor atípico.
Un hombre que, al margen de ser eficiente en su trabajo y perseguir la rentabilidad que todo empresario busca, guardaba en su interior una inquietud personal que le hizo valorar y tener en cuenta el mensaje que aquel extraño rompecabezas de piedras desordenadas le enviaba.
Así, poco a poco, fue descubriendo el tesoro que se escondía tras paredes encaladas y en muros cubiertos de rancios mosaicos que iba derribando.
Fernando Crespo, desde la aparición de las primeras piezas de aquel puzzle entre los escombros de su obra, se encargó de supervisar los trabajos. Y, cuando asesorado por los ojos y las manos hábiles en los que se apoyó para que fueran refrendando sus sospechas, tuvo la seguridad de la importancia y singularidad del lugar que le rodeaba, tomó la valiente decisión de anteponer su sueño de rescatar el pasado a sus intereses económicos. Por eso hoy, gracias a su tesón, podemos disfrutar como si de un milagro se tratara del renacimiento de la “Sinagoga del Agua”.
Constancia de población judía en la provincia de Jaén existe desde el tiempo de los visigodos y, posteriormente, con épocas de mayor o menor esplendor, hasta mediados del siglo XIV. A partir de ahí silencio y olvido, la intolerancia que durante siglos enterró una parte fundamental de nuestra historia.
Esa pérdida de memoria y esa ignorancia hizo que nadie pudiera sospechar que en los bajos de un antiguo edificio de viviendas, ocupados en gran parte por una peluquería, se escondiera el corazón dormido de la comunidad judía de Úbeda.
Hoy, cuando cruzamos el umbral del número 2 de la calle Roque Rojas, nos adentramos en un mundo mágico que más allá de las creencias religiosas nos acerca a un pasado misterioso que no cabe duda que, a pesar de siglos de olvido, forma parte de nuestra historia y nuestra esencia.Un lugar que nos ha devuelto sus secretos y nos permite, de forma fascinante, reencontrarnos con aquellos que hace quizás más de mil años, buscaron la pureza en estas salas a través del agua y fueron capaces de crear lugares místicos como el Mikveh, ese baño purificador al que se accede por siete escalones y que una vez al año, en el solsticio de verano es bendecido por los rayos del Sol.
Si un día os detenéis en Úbeda, además de disfrutar con la belleza de sus imponentes palacios renacentistas no dejéis de visitar este lugar para descubrir por vosotros mismos la sensación que se siente entre los muros milenarios de esta joya renacida.
Y mientras preparáis una escapada a esta “Imperial ciudad castellana”, en el corazón de Andalucía, aquí os dejo dos enlaces donde podréis ir conociendo más de cerca la sorprendente historia de la “Sinagoga del Agua”.