La sinceridad es algo que muchos adultos desconocen. Lo sé, es feo pero por desgracia es así. Me he pasado los años de adulta compartiendo momentos con compañeros de trabajo, amigos, clientes, familiares, conocidos mintiendo, o sino, diciendo pequeñas mentirijillas. Sinceramente, detesto las mentiras o las verdades a medias, como lo quieras llamar. Creo que una persona que miente a menudo, llega un momento que lo hace sin ni siquiera darse cuenta. Lo que me lleva a preguntarme… ¿Y porque tendrán la necesidad de mentir?
A mi me gusta ir con la verdad por delante, y por suerte también es así para nuestra piccola. Os pongo un ejemplo, tenemos la norma de que en el sofá no se come para así evitar que se manche este y la alfombra que tenemos justo debajo. Encuentro una galleta rota en medio de la alfombra y le pregunto a la piccola: ¿Quien se ha comido esta galleta en el sofá? Aunque ella sabe perfectamente que es algo que no se puede hacer, sin ningún tipo de reparo responde “Sono stata io mamma” (He sido yo mama).
Seguramente algunos piensan que se trata de una reacción normal en los niños, en general los pequeños son sinceros. Otros pensaran que la piccola nos esta desafiando, que nos pone al límite y que la motivación de su reconocimiento es ver como reaccionamos. Pero yo no creo que ninguna de estas conclusiones sea la correcta… su sincera respuesta es simplemente porque la piccola NO tiene miedo.
Piénsalo, la mayoría de las veces cuando los adultos mentimos es por MIEDO. Y te preguntarás, ¿miedo a que? Pues a diferentes cosas… hay hombres que mienten a sus mujeres con pequeñas cosas por miedo a que se enfade; trabajadores que mienten a sus jefes cuando llegan tarde por miedo a un enfado o peor aún, un despido; hay quien miente sobre su estado de salud por miedo a aceptar que pueda tener algo grave… Y por supuesto, los niños que mienten porque tienen miedo! Miedo a ser castigados, a que no puedan ver sus dibujos preferidos, miedo a que sus padres no les quieran, miedo a sentirse solos, miedo a no poder salir con sus amigos… y podría continuar.
Es por este motivo que nunca me han gustado los castigos en esta casa, si bien es cierto que hubo una temporada que el papi lanzó la moda de decir “Si no haces esto a te castigaremos!” nunca lo llevamos a cabo, y ahora estoy más feliz que nunca de haber tomado la decisión de no castigar a la piccola, porque empiezo a ver algunos pequeños pero significantes resultados. Nuestra Chloe no tiene miedo de ser juzgada o castigada por nosotros, así que cuando es el momento de decir la verdad nunca tiene miedos para expresar lo que ha hecho y te lo dice sin más.
Personalmente lo considero un avance en mi experiencia como madre y educadora, y es algo de lo que me siento orgullosa. Como siempre digo, no creo que exista el modo perfecto para educar a nuestros hijos, y seguramente nunca tendré la certeza de estar haciendo lo mejor, pero por ahora me basta poder ver que tampoco lo estoy haciendo del todo mal.