En entradas anteriores ya repasé las composiciones más largas que existen y aquellas que, aunque tienen una duración bastante extensa, solo necesitas una vida para terminarlas. En la mayoría de los casos, ninguna necesitaba de una orquesta. Con uno o dos músicos pacientes y constantes se podría finalizar. Sin embargo, como vimos con Sorabji, las sinfonías largas pueden no verse interpretadas jamás. Aún así, hay orquestas que se han atrevido con sinfonías de gran duración.
La duración de una misma sinfonía puede variar según el director de orquesta. La novena sinfonía de Beethoven dirigida por W. Furtwängler en el Festival de Bayreuth de 1951 duró 74 minutos y 33 segundos, cuando la duración promedio es de 65 minutos. Esta duración en concreto es la que rige el tamaño de los CD. En general, las sinfonías tienen una duración variable, pero a finales del periodo romántico oscilaban entre 35 y 50 minutos, aunque hay excepciones. No obstante, las sinfonías no tienen por qué ser largas. Por ejemplo, Moondog, alias de Louis Thomas Hardin, conocido también como "el vikingo de la sexta avenida", compuso una sinfonía de poco más de dos minutos titulada Symphonique #6 (Good for Goodie).
Pero esta entrada trata sobre la sinfonía más larga interpretada. Ese honor lo tiene la primera sinfonía de Havergal Brian, The Gothic. Esta es una sinfonía compuesta por seis movimientos de 105 minutos de duración, 40 para los tres primeros movimientos y una hora para un ajuste del himno Te Deum. Fue completada en 1927 tras ocho años de trabajo y, desde entonces, solo se ha interpretado seis veces. La primera vez que se interpretó fue por Bryan Fairfax en 1961 en el Sala Central de Westminster, aunque su autor estuvo presente por primera vez con 90 años en 1966, en el Royal Albert Hall de Londres, siendo dirigido esta vez por Adrian Bout.
No solo destaca por su duración, sino que la orquesta está compuesta por 200 músicos y un coro de 800 personas. Además de todos los instrumentos musicales habituales, incluye un "espantapájaros" que suena como una matraca y una "máquina de truenos".
El tema de la sinfonía es "la grandeza del universo y el lugar del hombre en él". Malcolm MacDonald, principal autoridad sobre Brian, define la sinfonía como: "una evocación del viaje completo de la mente humana; un paralelo puramente musical a partes del Fausto de Goethe; un compendio de historia musical desde la época medieval a comienzos del siglo XX; un equivalente musical al plan cruciforme de una catedral gótica; una respuesta a varios niveles psicológicos distintos a la experiencia del mundo de la primera guerra mundial, y más allá".
Fuente: The guardian, The culture trip
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