Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
¿Puede una sociedad sabotearse a sí misma? La historia responde con un atronador ¡Sí! Es más, si escarbamos más profundo encontraremos que las sociedades, las civilizaciones, la humanidad, son sus propias víctimas, se suicidan, se autosabotean. La Unión Soviética, para no ir muy lejos, aquel monumento a la redención del humano cae víctima de sus armas melladas. El imperio romano sucumbe en su propia red de placeres y escudos. La Revolución Francesa se guillotina a sí misma. Napoleón, su ambición lo entrega a las garras heladas del “General invierno” ruso. China, de la esperanza y el ejemplo de Mao, devino en una factoría que “parece destinada por la providencia para llenar al mundo de oprobio”. Parece que la humanidad camina de fracaso en fracaso, de civilizaciones inviables que se autodestruyen. Y ese rumbo perverso la lleva a su extinción y a la desaparición de la vida planetaria. Aquí entre nosotros se repite la historia de la humanidad, no podía ser de otra manera. Desde el asesinato de Bolívar, quizá de José Leonardo Chirino, o quizá de Guaicaipuro, ha caído sobre esta sociedad una especie de maldición que ha atrapado todos los intentos de redención. La historia nuestra está llena de hombres excepcionales víctimas de la incomprensión de su tiempo y de su pueblo. ¿Será que el humano es una pasión inútil? ¿Es esto todo? ¿Se trata de dar vueltas como un animalito en un biombo, repitiendo el ciclo esperanza-desengaño? ¿Seremos siempre esto: los que llegaron cerca, los que vieron la tierra prometida pero, como en una tragedia griega, fueron incapaces de arribar? El viento del egoísmo los apartó… La solución al dilema está a la mano. Se trata de construir una sociedad, para decirlo rápido, donde todos vivamos como hermanos, todos por el bien de todos, amaos los unos a los otros, aquí está la sencilla fórmula de hacer una sociedad, una humanidad invencible. La anterior reflexión tiene pertinencia ahora porque nuestra sociedad está amenazada de cambios… para peor. Corren los rumores y las declaraciones de golpe, de estallido social, “el cielo encapotado anuncia tempestad” ¿Qué está pasando? Es que no hemos logrado romper con el virus que acaba con los ensayos de redención: el egoísmo, el individualismo, la fragmentación, siguen siendo la guía de la vida. Y de esa manera, necesariamente, lamentablemente, estamos condenados a seguir dando vueltas en el biombo de la historia. Hoy se habla de que la oligarquía gringa prepara un estallido social, de un golpe que se fragua en la oscuridad, de sabotaje económico. Todo puede ser verdad, pero quedarnos en ese nivel del análisis sería fatal. Es necesario profundizar. Veamos. Quienes pretendan un estallido social lo planifican sobre nuestros errores, sobre el egoísmo y la fragmentación construida, estimulada por nosotros, y es allí, en la sanación de estos errores, que debemos develar el intento. Quienes planifican golpe lo hacen contando con la indefensión de la Revolución, con la pérdida de pasión. Es allí donde debemos recuperar nuestras líneas de defensa. La Revolución, los dirigentes nuestros, tenemos un reto, un hermoso compromiso con Chávez, con la humanidad. Este intento de redención no puede ser yugulado, la historia no debe repetirse. Esta Revolución nació para triunfar. Debemos rectificar, volver a la grandeza del Samán de Güere, del 4 de febrero. Debemos sentirnos orgullosos de haber sido convocados por el Comandante para lo grande, para ir de nuevo a Carabobo, a Junín, al Paso de Los Andes.Revista América Latina
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