Las teorías de la conspiración son esas historias que se inventa la gente para explicar casi cualquier cosa que ya tiene su propia explicación. Se podría pensar que este tipo de historias son propias de sociedades incultas y con poco acceso a la información y a la cultura en general, pero no es así. En las sociedades con mayor acceso a la información es donde triunfan estas teorías conspiranoides. ¿Y por qué? Supongo que será porque la gente prefiere creer una historia rocambolesca que creer la realidad. Es un peligro que esto suceda en un momento en el que la sobreinformación nos impide discernir lo real de lo falso, con ese nuevo-viejo fenómeno llamado “fake news”. Nunca se sabe como puede actuar la gente a partir de según que historias.
Cada día circulan rumores, noticias falsas y teorías que tratan de alterar la realidad. Una buena parte de la sociedad las cree y las difunde. Algunos incluso se convierten en “talibanes” de esa realidad alternativa que dibujan, y creen que todo lo que han “descubierto” es la verdad, y si esa verdad no trasciende es porque hay intereses ocultos que lo impiden. ¿Y por qué pasa esto? Tal vez porque hemos decidido no pensar demasiado. O tal vez porque hayamos llegado a un punto en el que todo nos da igual y “compramos” lo primero que nos ofrecen.
Sobre estas teorías tan “brillantes” hay muchos ejemplos. Uno que ha ido ganando más popularidad en los últimos tiempos es el de que la Tierra es plana. Podríamos pensar que en la época en la que vivimos la gente tendría un poco más de confianza en la ciencia, pero volvemos al punto de partida. La gente prefiere creer una disparatada historia que creer la realidad. Me cuesta explicar este fenómeno tan absurdo y cómico. No sé de donde nace esta desconfianza hacia la realidad que vivimos. Hasta las personas con formación académica son capaces de tragarse estas patrañas. Otro ejemplo es el de ese nuevo colectivo anti-vacunas. Personas que son capaces de poner en riesgo la salud de sus hijos por creer historias sin ningún tipo de fundamento, que son puestas en evidencia por profesionales de la salud, y que pese a ello, siguen insistiendo en “su verdad”. Y eso por no hablar de todas esas teorías en torno a hechos tan trágicos como los atentados terroristas, siempre intentando construir una realidad en la que no cabe la explicación más sencilla.
Lo preocupante de estos fenómenos conspiranoides es que con la ayuda de las redes sociales se vuelvan más y más frecuentes, que se extiendan entre la población y que nos convirtamos en unos borregos cuyo pensamiento gire en torno a la teoría de la conspiración de moda. Contra eso no hay antídoto. Es muy difícil controlar que una noticia falsa o una historia alternativa se convierta en fenómeno, o como se dice ahora, en viral. Está claro que pese a la información y el conocimiento que tenemos a nuestra disposición, siempre habrá alguien que ponga en duda la realidad. Pero poner la realidad en duda no es malo, siempre que se haga de manera objetiva, con pruebas, y no con relatos paranoicos.
En fin, que me voy a dar una vuelta por ahí, pero espero no caerme al vacío en los límites de la planicie terrestre.