Revista Opinión

La sociedad española empieza a recurrir a las costureras y a los zapateros debido a la crisis

Publicado el 26 julio 2012 por El Tridente

La sociedad española empieza a recurrir a las costureras y a los zapateros debido a la crisis

Imagen: painting-palace.com

La pasada semana, mantenía una entretenida conversación con un matrimonio de edad avanzada y de esa charla saqué varias conclusiones que en breve les relataré. De los temas que tratamos, además del habitual estado de la meteorología, me gustó uno particularmente y fue el que hacía referencia a lo que ellos, como longevos habitantes de esta tierra, ya habían vivido y que según veían, vuelven a vivir.

El asunto del que les hablo lógicamente hace referencia a la situación de la economía actual. Cómo íbamos por tan sólo un día a salirnos de la tónica general del malestar socioeconómico de nuestro país; eso habría sido considerado una ofensa a todos aquellos que siguen estas editoriales. Así que una vez que he sacrificado un cordero en el altar del Santo Estado del Malestar, les cuento.

Lo que esta buena pareja me contaba es lo que ellos perciben como: el viaje que llega a su fin en el comienzo del mismo. Algo que viene a significar que para algunos el viaje ha terminado y ahora empiezan a recorrer un camino ya andado. El viaje que para ellos había concluido era el del bienestar y el ocio libre. El camino que ven que comienzan a andar es el del retroceso en el consumo y el de compro menos y gasto más lo que tengo.

Un ejemplo que me exponían era lo que hace tan solo un año sucedía; algo tan común como comprarse unos zapatos o unos tacones nuevos porque los que llevaban ya tenían unos meses. Ahora la situación actual ha obligado a muchos a reparar ese calzado que antes habría sido sustituido por otro nuevo. Al igual que pasa con la ropa y los remiendos. Sale más barato que te cosan o ajusten un traje a que tengas que comprar uno nuevo.

Lo más curioso que me pareció de aquella conversación fue que ninguno de los dos estaba triste por un retroceso tal, sino que sentían pena por aquellos a los que les será difícil adaptarse a una vida de menos lujos y más sacrificios ya que siempre han vivido así. Por lo que me quedo con una frase que me dijeron citando a Antonio Gala y en la que el genial escritor aseguró que “La felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante“.

Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…

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