La sociedad española está siendo destruida, se está destruyendo. Es un proceso que viene siendo visible desde hace años y que se ha acelerado con las crisis; la crisis económica, la crisis política, la institucional, la territorial… coincidentes en el tiempo con el cambio de siglo, e iterando entre sí con el cambio de época que supone la globalización, los mercados y los emergentes. Hay otra crisis producto de todas ellas, o quizás basamento de las mismas, la pérdida de moralidad y ética, probablemente sin ella no hubiéramos llegado a esta situación tan desastrosa. La corrupción se extendió como la espuma, y los inmorales sin escrúpulos se hicieron visibles por todas partes, pero lo peor no fue eso, sino su impunidad y el apoyo que les prestan millones de ciudadanos que no saben que ‘la ética abarata costes en dinero en energía y en sufrimiento’, Adela Cortina.
Solo la bajeza moral extendida entre amplias capas de población justifica el apoyo electoral de tanto corrupto, de todos los partidos, sean ERE’s andaluces o la gran mancha corrupta de Gurtell, y Bárcenas… La pérdida de moralidad llegó a parlamentarios y gobernantes que encubren y apoyan, premian con colocaciones bien pagadas, y llegado el caso indultan a culpables sentenciados, de los suyos. Ya les da igual el tipo de delitos, sea agresión sexual o robo. Solo una gran pérdida de moralidad de la ciudadanía permite explicar la insistencia en el apoyo a los mal nacidos, eso son los votos que les reeligen en los cargos, como ejemplifica el mantenimiento de tanta corrupción en Levante: accidente de metro de Valencia, el mayor de la historia de España, tapado apenas sin investigación, aeropuertos sin aviones, fiascos televisivos, basuras y recalificaciones, grandes obras de Calatrava, derroches a cuenta de la visita del Papa,... Casi da lo mismo que cada día salga una nueva noticia, la alcaldesa del PP en Alicante o los urinarios de superlujo de la fórmula 1, o la existencia de medio grupo parlamentario del PP valenciano imputado, pero sentado en sus escaños.
Mientras tanto la Iglesia española, ha perdido toda referencia y ejemplaridad referida a la moral entre sus feligreses conservadores, está perdida en su cruzada contra la ley del aborto y matrimonio, por suprimir Educación para la ciudadanía, y por aumentar sus ingresos directos del Estado, o los indirectos, a través de concesiones y prebendas de colegios, o inmatriculaciones por las que está adueñándose del patrimonio común de los españoles, como la Mezquita de Córdoba, o miles de fincas, edificios, ermitas… Pero ¿conocen ustedes proclamas contra los corruptos? ¿En contra de indultos a delincuentes sentenciados?
A consecuencia de la crisis económica, los gobernantes y el empresariado mezclan todo y agitan para poder justificar las mayores atrocidades en derechos y libertades, en condiciones de vida y dignidad, que nos retrotraen al pasado franquista, viendo corruptos en altos cargos políticos y empresariales. Mientras tanto estamos volviendo a la España de la caridad, en donde se mueven los nacional católicos, cuentan con la complicidad de los medios de comunicación para ocultar que la sociedad tenga como principios la justicia y solidaridad, la equidad y libertad.
No pretendo predisponer al sector conservador, tendrán que realizar su propia regeneración desde sus propias entrañas, más dolorosa cuanto más tarde comiencen. En las izquierdas sí quiero influir y contribuir a renovarla para lograr reducir el poder derechista, a ellas me dirijo criticando errores y comportamientos, con la intención de evitar mayor descomposición y pérdida de influencia que ha facilitado el poder omnímodo de la carcunda. Es necesario restablecer nuevos equilibrios de poder político, porque solo desde la política podrá intervenirse en la vida de millones de españoles.
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Algunas cosas que escribo del PSOE, las veo en Alcorcón, también en la Comunidad de Madrid, otras son producto de estudios y discusiones que puedo contar por afinidad personal de amigos socialistas de diferentes ciudades. Tengo otros amigos en distintos sectores de izquierdas y algunos en las derechas; supongo que cuanto mayor se hace una persona, las relaciones acumuladas van siendo más transversales; y no crean que haya una franquicia de buenas personas, como a veces digo, gente buena y chunga encontré en todas partes. –Si quieren una buena descripción de lo que nos pasó durante décadas a los españoles como ayuda a comprender lo ocurrido, lean a Antonio Muñoz Molina en ‘Todo lo que era sólido’, Seix Barral.-
Dentro de mis amigos socialistas, todos mayores, algunos fueron cargos electos y han abandonado el partido en estos años, unos quemados de intentar cambiarlo desde dentro se fueron a casa, otros, metidos en procesos de construcción de nuevas formaciones como Equo, de la que salen al poco tiempo aburridos y se ponen a impulsar Podemos u otros proyectos. Algunos siguen militando dentro, incluso con cierta responsabilidad, dicen estar hartos de la poca discusión y vida política interna, al menos éstos son de los pocos que escuchan. Otros amigos militantes socialistas desde antes de la muerte de Franco, insisten en que fuera no hay lugar para nada, por tanto se cuecen en sus propias ideas internas y cierran sus oídos a cualquier análisis, comentario o crítica de la situación.
La cuestión que se plantea mucha gente, queda reflejada en una triple cuestión:
1) ¿Un gran conglomerado progresista fue útil en el pasado?
2) ¿El papel de conglomerado progresista que el PSOE tuvo antaño está vacante?
3) ¿Podría o tendría que ser sustituido por otro partido o coalición? O por el contrario los militantes socialistas tendrán las suficientes agallas como para reconducir la situación, lo cual implica a muchos de ellos echarse a un lado y abrir puertas a gente nueva.
Rectificar es de sabios. Pero de sabios que se han equivocado. Reconocer errores no es confesar culpas y seguir haciendo lo mismo, implica sobre todo modificar comportamientos, para lo cual es imprescindible escuchar, porque si hasta ahora no los han reconocido-modificado, quizás no sepan exactamente qué quiere la gente. También puede ocurrir que no quieran aceptarlo, o peor aún, se consideren fuera del foco de responsabilidad por lo ocurrido, -ya saben culpables los mercados y el liberalismo, nunca decisiones concretas- en todo caso, sin abrirse a otras opiniones ajenas a compadres de militancia de estos años será imposible modificar actitudes, y estarán contribuyendo a destruir el partido, cuando quieran darse cuenta de ello será demasiado tarde.
(Escrito en Junio de 2014, como introducción a 'Agitando Izquierdas...')