Una reseña en el blog de Bookworm hizo que apuntara este libro a mi lista, y como afortunadamente lo tenían en mi biblioteca, lo he leído pronto.
Hacía mucho que no leía una novela epistolar, a pesar de ser un género que me fascina. Cuando se hace bien, queda algo tan maravilloso como este libro.
Es una historia sencilla y no demasiado profunda, a pesar de tratar un tema peliagudo. Guernsey es una isla del Canal de la Mancha que fue ocupada por los nazis durante la II Guerra Mundial. Quedaron aislados de Gran Bretaña y hasta que no acabó la guerra, no retomaron el contacto.
En medio de la ocupación, y por culpa directa de esta, nace la Sociedad Literaria y el Pastel de Piel de Patata de Guernsey, donde un grupo variopinto de isleños se juntan para hablar de literatura, y comer lo que pueden.
Todo esto lo vamos descubriendo mediante unas cartas cruzadas entre habitantes de la isla y Juliet Ashton, una escritora que forja amistad por correspondencia con los miembros de la Sociedad. Las cartas son todas a partir de 1946, ya finalizada la guerra y la ocupación alemana.
Además de cartas entre los isleños y Juliet, tenemos cartas de Juliet con sus editores y una amiga y poco a poco, nos van contando una historia. Lo que más me ha sorprendido es que cada carta, cada persona que la escribe, tiene un tono único e inconfundible, que en una novela epistolar creo que debería ser el objetivo.
Las cartas hablan de la guerra, del hambre que se pasó y del racionamiento, pero también de literatura y del amor a los libros. Una novela que, aunque quizá pase un poco desapercibida, engancha de mala manera y te encuentras pasando páginas y páginas, queriendo saber más de Guernsey, de Juliet, de Elizabeth McKenna y Kit, y de los miembros de la Sociedad Literaria.
Una novela muy bonita que se lee en un suspiro, que sabe aunar drama con humor sin caer (ni de lejos) en el mal gusto y que nos hará disfrutar muchísimo. Especialmente a los amantes de los libros. ¡¡Visita mi blog y déjame un comentario!!