Admiración.- forma amable de reconocer que el otro se nos parece. Ambrose Bierce. Diccionario del Diablo.
Bien se dice que cuando riñen las comadres aparecen las verdades, y es que tal parece que los priistas de todo el país se empeñan en apresurar la inminente extinción del viejo partido “de las mayorías”. Primero el dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional Alejandro Moreno (mejor conocido como “alito”) convocó a las fuerzas vivas para una reunión con carácter de urgente, ahí se le concederían facultades plenipotenciarias y se le daría el estatus de divinidad, con el poder de reelegirse infinitamente y dotado del don de la omnipresencia. Algunos no estuvieron de acuerdo pero, los viejos dinosaurios ya están cansados o deprimidos, otros se encuentran en una etapa de Biden avanzado. La fiesta se celebró con los que alcanzaron a llegar y tuvieron la oportunidad de asistir a la unción de alito Moreno. Los inconformes se quedaron a lo lejos, convencidos de que ahora sí el instituto político que gobernó México por más de setenta años está herido de muerte y ha recibido la estocada final. El PRI inventó la política mexicana, con sus rituales abyectos y su falsa interpretación de la historia, con sus condenados, magnicidas, sus villanos de película y su infausta impunidad.
Pero al final, sin el menor pudor hizo lo que quiso alito Moreno, eso le garantiza la perpetuidad y también a los dirigentes locales que hagan bien su chamba, entiéndase por ello al papel del cortesano siempre presto a cualquier convocatoria y rindiendo reverencia a su máximo líder hasta cuando se está defecando o antes dormir. Sara Rocha le debe no sólo el liderazgo local del PRI al cuestionado dirigente nacional, también lealtad, sumisión absoluta y amor eterno, digo, la sacó de la ignominia y la puso de pie, esas cosas nunca se olvidan. Y la verdad es que la dirigente estatal del PRI ya estaba en pleno desahucio, un edificio vetusto y ruinoso, sin comités municipales o liderazgos a quien convocar. La verdad es que Sara llega al PRI en el peor momento de su existencia en San Luis Potosí, el sexenio del indeciso y trémulo Juan Manuel Carreras fue una cosa que todos quisieran olvidar, fue como un bostezo de seis años. En su paso como jefe político, el gobernador Carreras se empeñó al final de su sexenio en destruir a su propio partido, envió a su oficial mayor Elias Pesina a dirigir al PRI y lo convirtió de partido de estado en un partido detestado.
De donde menos se espera viene la polémica, el alcalde reelecto en San Luis Potosí discrepó en algunos aspectos de lo acontecido en CDMX, Enrique Galindo considera que el partido debe abrirse a la ciudadanía y ser más transparente en los ejercicios democráticos, máxime si ese autoritarismo y esas decisiones arbitrarias fueron las que los tienen en la antesala del infierno. Aún así, quizás Enrique Galindo no era el más adecuado par hacer una crítica constructiva, en primer lugar por se acaba de reelegir como alcalde capitalino y próximamente subirá a su segundo trienio, en segundo porque fue precisamente Alejandro Moreno y esa falta a de democracia pactada entre los dirigentes nacionales la que lo benefició para ser candidato y ahora nuevamente presidente municipal. El acuerdo para el famoso “siglado” que le concedió el partido acción nacional al PRI en el caso de la alcaldía capitalina le evitó pasar por un tortuoso proceso interno en el PAN como Javier Nava, el ex alcalde navista que pretendió la candidatura al gobierno estatal por el pan y terminó loco, tonto y defenestrado. Al final Enrique Galindo tiene muchas opciones si pretende seguir en la actividad política, incluso la de meterse al partido laborista con los residuos de la gallardía, ya nada nos sorprendería.
Sara Rocha -que tampoco es perita en dulce- se puso a pontificar en un evento priísta, le recordó al maestro Galindo que no se le olvide que Alejandro Moreno lo hizo candidato en las horas más difíciles de la negociación pan – priísta y que sin su intervención abierta y comprometida -incluso la de ella- las cosas habrían sido muy diferentes, además aprovechó para recordarle que todavía le debe cinco cargos de dirección en el nuevo organigrama del ayuntamiento capitalino a tomar protesta en septiembre próximo. Sospecho que alguien no va quedar satisfecha cuando se le diga lo que le toca del botín. El problema de las gavillas como en el cuento de Ali Babá es que los cuarenta ladrones confiaban plenamente entre ellos, la fortaleza de una organización, grupo político, pandilla criminal, ejército o grupo guerrillero es que si no existe certidumbre todo se desvanecerá, y por lo menos el prestigio de una de las partes se irá por el vertedero de las promesas falsas. Ahora bien, si Enrique Galindo asume que poda transitar sin aliados en el congreso local está equivocado, necesita forzosamente las dos diputadas priistas, la diputada del grupo azuarista, ese jicotillo que anda suelto y los dos que están bajo la cauda de Verónica Rodríguez. La dirigente estatal y próxima senadora, la misma que logró romper la hegemonía azuarista y está por desaparecer como grupo político o consolidarse en la próxima renovación de la dirigencia estatal.
El presidente municipal tienen una agenda muy hostil y la obligación de sonreír, aunque el ambiente tenga un tufo putrefacto, la inevitable aprobación en el congreso del estado del dictamen que desaparecerá el organismo de agua potable de la ciudad (INTERAPAS) y se lo entregará al gobierno estatal ya está en marcha, y a pesar de la aberración jurídica que constituye tal parece que los deseos del gobernador serán cumplidos. Nadie espera que el ayuntamiento de San Luis Potosí (que no necesariamente el alcalde) se pronuncie para defender mínimamente la autonomía municipal. Y es que como en el caso de la municipalización de la delegación de Pozos el alcalde, los regidores y hasta los líderes políticos aplaudieron la decisión política de cercenar un pedazo de territorio al municipio. Tal parece que con el gobernador nadie se mete, ni siquiera son capaces de disentir por hechos trascendentales de la vida pública. Si acaso Sara Rocha -precisamente- declaró que ya está harta que cada que algo sale mal se recurre a la funesta frase de que “la herencia maldita” es responsable de la falta de todo -en alusión a los gobiernos priistas pasados. Ahora si que apenas van a conocer lo que es una profesional, Sara no es una mujer que se amedrente ante ninguna situación y hasta en eso de ser codiciosa y rapaz, les ha de dar cátedra a los noveles políticos.
Sara Rocha gobernó el municipio donde nació contra la voluntad machista de la época, en aquellos años Real de Catorce no era un pueblo mágico que los turistas convirtieron en paseo de fin de semana, no había restaurantes caros, ni hoteles, si acaso fondas y posadas inmundas, solo había peregrinos que buscaban resolver sus enfermedades rezando a San Francisco. En aquellos años al actual gobernador todavía lo mandaban a la tienda con muchas recomendaciones y el alcalde, buscaba afanosamente de abrirse paso en un mundo de pasillos, picaportes y muchas reverencias. La mala noticia para Sara es que le llegó la oportunidad de la mano de un impresentable, y justo cuando el PRI está en proceso de extinción, aunque quizás le toque bajar la cortina, en cierta forma, eso también es hacer historia. O tal vez le toque hacer la primera alianza Morena – PRI sin el padrino y sin el maestro.