LA SOLEDAD: CINE ESPAÑOL DE REFLEXIÓN
Atención: el siguiente artículo es un espoiler de la película que se analiza. No obstante, invito a aquellos/as que no la hayan visto, a darle una oportunidad, pues lo importante en este artículo es el análisis en sí mismo más que el argumento, y la película sostiene una reflexión sobre temas que son comunes a todas las personas, como la soledad en la que vivimos, y la falta de comunicación de nuestra sociedad.
La soledad es una película española dirigida por Jaime rosales estrenada en 2007, que recibió tres premios Goya [Mejor película, mejor director, y mejor actor revelación (José Luis Torrijo)], compitiendo con cintas como El Orfanato (Juan Antonio Bayona) o Las trece Rosas (Emilio Martinez Lázaro), y con directores/as como Icíar Bollaín (Mataharis) o Gracias Querejeta (Siete mesas de billar francés). Es mi opinión que aunque la película tiene más de diez años, no ha perdido con el tiempo, su reflexión sigue vigente en la actualidad, y, habiéndose celebrado el 8 de Marzo de este año la primera huelga de mujeres en nuestro país, está más que justificado ver una historia que habla de cómo diversas mujeres luchan contra la adversidad con valor y arrojo.
Jaime Rosales comenzó su carrera con Las horas del día, le siguen La soledad, Tiro en la cabeza, Sueño y silencio, Hermosa juventud y Petra. En una entrevista digital de 2014 en el Pais, Rosales afirma que “Le gustan los actores desconocidos pues permiten una mayor identificación con los personajes de la historia”. Además hace las veces de productor y guionista, colaborando casi siempre en este aspecto con Enric Rufas, dramaturgo y guionista de prestigio.
La soledad cuenta la historia de Adela (Sonia Almarcha), una madre soltera que con su bebé se traslada a Madrid para tener una vida mejor. De forma paralela, se narra la historia de Antonia (Petra Martínez), una sexagenaria que tiene una tienda de ultramarinos en León, y de sus tres hijas: Nieves , Helena, e Inés, que vive en Madrid, y que acabará siendo compañera de piso de Adela. La película, es un ejemplo de cómo luchar contra la adversidad, ya que Adela sufre un atentado en un autobús, y pierde a su bebé, y tendrá que superar su dolor y su propia soledad, a pesar de recibir el apoyo de sus compañeros de piso, y narra el aislamiento que sienten los personajes de dicha familia, en el sentido de la forma en que se relacionan entre sí. Helena, está obsesionada con convencer a su madre para vender el piso y poder dar una entrada para comprarse junto a su novio un chalet en Torrevieja. Nieves es diagnosticada de cáncer, e Inés vive una vida apacible en Madrid junto a su novio Carlos.
Una de las cosas que más me llama la atención, es que en este largometraje, no existe un excesivo dramatismo acerca de lo que rodea a los diferentes sucesos que acontecen en la película. Cuando sucede el atentado, no se muestra en ningún momento el interior del autobús, ni a los heridos, ni nada. De hecho, ni siquiera se dice que ha fallecido el hijo de Adela, sino que deja que el espectador lo presuponga y vea el devenir del duelo que vive su madre. Igualmente, cuando fallece Antonia de un infarto, la posterior reunión de las tres hijas, junto con el compañero de Antonia, Alberto (que es el único que tiene una relación sana con Antonia, antes de su fallecimiento), es distendida, e incluso tiene un toque de humor, al comentar Nieves que quiere quedarse con un cuadro que es realmente feo.
Es mi opinión que en la soledad, no hay una protagonista claramente definida, aunque se centre más en las vidas de Adela y Antonia. La película tiene como protagonistas a “las mujeres”, y se centra claramente en los pensamientos, sentimientos y emociones de las mismas. El espectador se identifica con la soledad del individuo en nuestra sociedad contemporánea, ya que todos hemos sufrido pérdidas, y todos hemos vivido problemas con nuestras familias, y define así, su propia identidad.
El uso de la poli-visión (Dividir la imagen en dos planos diferentes, a veces de forma artificial, a veces de forma natural), contribuye a configurar el ya citado aislamiento de los personajes, y la ausencia de música en toda la película, crea un ambiente sórdido, lleno de intensidad y realismo (Véase como referencia de esto “Los pájaros” de Hitchcock, 1963).
Poniendo de ejemplo esta cinta, podemos afirmar que el cine español nos muestra la realidad tal y cómo es. El cine español es reflexión y educación para el espectador, y creo que hay que “educar” al espectador para que pida lo que necesita. Como decía el líder de la nación del Islam en Malcolm X (Spike Lee, 1992), si le ofreces a la gente el recipiente con agua sucia, esta lo aceptará, pero si le ofreces uno con agua sucia y otro con agua limpia, esta elegirá el del agua limpia.
Recientemente mantuve con un amigo una discusión sobre el cine español. Mi amigo estaba en contra de las ayudas públicas que recibe el mismo por parte del estado, como puede ser el I.N.A.E.M., o el I.C.O. Yo afirmaba y afirmo que es sumamente necesario que nuestro cine, nuestro teatro, y la cultura española en general, reciba estas ayudas, pues es una obligación del estado garantizar la realización y el acceso a la cultura por parte del público. La cultura es educación para niños y mayores, y es necesaria para el alma, así que no podemos prescindir de ella.
La soledad es un golpe de realidad que nos sumerge en un estado de shock, pero que nos enseña, como ya dije antes, a luchar contra la adversidad, y en definitiva, a seguir adelante.
Rafa Mateos