Monje sentado leyendo- Jean-Baptiste Camille Corot (1796–1875)
“¡Huye a tu soledad! Has vivido demasiado cerca de los pequeños y mezquinos. ¡Huye de su venganza invisible! (…) ¡Deja de levantar tu brazo contra ellos! Son innumerables y no es tu destino el ser espantamoscas” (Friedrich Nietzsche (1)).
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“Me pides qué cosa hemos de evitar más, y te diré: la turba” (Séneca[2]).
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“El mayor poder es el don de seguir el Camino en soledad”(Lao Tsé[3]).
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“Yo me daría por satisfecho con que realizases todos tus actos como si alguien, cualquiera, te estuviese contemplando, porque es la soledad la que nos sugiere todas las maldades. Cuando hayas avanzado ya lo bastante para que puedas sentir respeto por ti mismo, sólo entonces te será permitido prescindir del instructor” (Séneca[4]).
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“La soledad de uno es la huida propia del enfermo; la soledad de otro, la huida ante los enfermos” (Friedrich Nietzsche[5]).
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[1] Friedrich Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, 1981, P. 87
[2] Séneca: “Cartas morales a Lucilio”, 2 vols., Barcelona, Orbis, 1984, Vol. I, p. 22.
[3] Lao Tsé: “Tao te king”, Barcelona, Olañeta, 2005, p 38
[4] Séneca: “Cartas morales a Lucilio”, 2 vols., Barcelona, Orbis, 1984, Vol. I, p. 68.
[5] Friedrich Nietzsche: “Así habló Zaratustra”, Madrid, Alianza, 1981, p. 247.