He cometido el primer error en este segundo ciclo de Mi Huerto aunque, tras una investigación previa a este post, me ha aliviado saber que el fallo es subsanable.
Supongo que el sabio huertano me dio la información correcta y yo la distorsioné y no la recuperé, en condiciones, el día de la siembra. Tiene tela , el fallo de los ajos, ya que me esperé a la Luna Azul de finales de agosto, para liarla ( con numerito esotérico incluido) en el momento de su plantación…
¿Qué cual es el error del ajo?
Hoy, tocaba sesión fotográfica. Este, es un huerto pacífico y sin elementos hostiles tipo los tomates cherry, (que en paz descansen) pero sí que tiene un punto de divo. Le gustan las fotos, los paparazzi, el público ( ovacionando) y todas esas cosas de los star-system. Así que, dispuesta a complacer , salgo con mi cámara y cual es mi sorpresa al ver que ya han salido tres ajos.
Un momento: ¿tres?…Tres. Y entonces, reflexiono: 1 cabeza de ajo = 1 ajo tierno . O sea, la producción de ajos tiernos potenciales en este momento es de tres. Tres!
¿Cuántos se sembraron? ¿Doce? Ese es el límite máximo que puede alcanzar mi gran producción : doce ajos tiernos… Busco información y descubro que lo que tenía que haber plantado era la cabeza ( completa) para obtener un manojito de ajetes, de cada una de ellas…
Triste. Ellos acostumbrados a vivir en grupo, apretaditos, montados, juntitos y voy yo y los condeno a la soledad del ajo. Y , además, siguiendo escrupulosamente un marco de siembra de un palmo para alejarlos más.
Lo voy a arreglar, plantando cabezas enteras en los espacios intermedios. Sí, los manojos serán más jóvenes y me arriesgo a un conflicto generacional pero se me rompe el corazón de verlos, ahí, solitos y, además ( para qué vamos a engañarnos) ¿Qué hago yo con doce ajos tiernos? Eso , no me da ni para un revueltito…
Aún estoy a tiempo…