No sé si será posible acabar con la falta de agua que padece 3.000 millones de personas en el planeta, y que la crisis climática está agravando, pero el camino para evitarlo, un camino que ya se lleva transitando mucho tiempo, es la desalinización del agua de mar.
Según leo en [email protected], del magistral bloguero Tomás Pueyo (que te recomiendo), existen 21.000 desalinizadoras en el mundo, que proporcionan agua potable a 300 millones de personas (el 4% de la población mundial). El país que desaliniza más agua es Arabia Saudita, y el segundo Estados Unidos; pero existen plantas en otros muchos países, entre ellos España.
Desde el año 2000 la inmensa mayoría de las nuevas plantas que se han construido utiliza la técnica de la ósmosis inversa, que consiste en filtrar agua salada y eliminar la sal.
El potencial de crecimiento del número de plantas desalinizadoras es enorme, primero porque le demanda existe y es creciente, y segundo porque la su coste ha caído en picado, según Pueyo, lo que las hace adecuadas para nuevos usos en nuevos lugares.
Los costes de una planta se dividen en tres grupos:
Los costes de inversión y maquinaria, así como de operación y mantenimiento pueden reducirse poco, salvo si se construyen más plantas y más grandes y se pueden alcanzar economías de escala. Pero la gran caída procede de la reducción del coste de la electricidad gracias al recurso a las energías renovables, que son más baratas que la energía procedente de combustibles fósiles.
Pueyo calcula que en 10 años se reducirá el coste a 30 centavos de dólar por tonelada de agua (desde unos 40 centavos actualmente). Pensemos que en Barcelona o Madrid el precio del agua del grifo se mueve entre los 2 y 3 dólares por tonelada; mientras que en San Francisco u Oslo se mueve entre 5 y 6.
Las posibilidades que se abren como consecuencia de esta evolución de los costes son enormes. Prácticamente todo el territorio mundial cercano al mar dejará de padecer restricciones de agua, e incluso se podrá plantear el transporte del agua (barata e infinita) a territorios interiores.
En fin, he querido trasladaros este mensaje de esperanza en estos tiempos oscuros que vivimos.