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Una tarde, después de una complicada mañana, el miembro de un Consejo de Administración llamó por teléfono al Director General de la empresa y acabó gritándole enfurecido. No estaba de acuerdo con algunos de sus criterios, y eso, unido al cansancio, le llevó a perder la calma y el control.
Aquel director, colgó el teléfono malhumorado, apagó su ordenador y condujo violentamente hasta su casa. Al llegar, recogió el correo de su buzón y revisó varias cartas del banco. Su esposa llegó a casa y este le gritó, acusándole de gastar mucho dinero con su tarjeta de crédito.
La esposa se irritó, pero llorosa no quiso decirle nada. Cenaron en silencio y cuando la empleada del hogar recogía la mesa se le cayó un plato que se rompió. La señora de la casa le gritó diciéndole que no hacía nada bien, y ella se retiró llorando.
La empleada no dijo nada ante aquella injusta acusación, pero se sintió muy mal. Cuando salió al jardín para volver a su casa el perro casi le hizo tropezar, y con rabia le dio una patada mientras le gritaba.
El perro, asustado y dolorido salió corriendo y saltó de un brinco la valla del jardín justo en el momento en el que por la acera pasaba una señora a la que mordió.
Cuando la señora fue al hospital para le curaran la herida y le pusieran una vacuna gritó al médico porque dijo que el pinchazo le había dolido acusando al médico de falta de experiencia.
El joven médico cuando llegó por la noche a casa, quizá contrariado por la jornada laboral, encontró que la cena no era de su agrado y protestó con amargura a su madre. Esta calló y complaciente acarició su cabeza y le dijo: “De acuerdo hijo, mañana te haré tu comida favorita. Trabajas mucho, se te ve cansado y necesitas descansar bien”. Fue a la habitación del muchacho y le hizo la cama con unas sábanas limpias y frescas para que pudiera descansar mejor. Cuando él se había acostado ella fue a arroparle y le dio un beso de buenas noches: “Buenas noches hijo, que descanses”. “Buenas noches, mamá”.
En ese instante se interrumpió el círculo del odio. Se interrumpió la cadena porque el odio chocó contra la dulzura, el amor y el perdón. Cuando te des cuenta que estás atrapado en el círculo del odio, acuérdate que puedes romperlo con un poco de amor y perdón. No sigamos cayendo en ese círculo pensando que es imposible salir de allí. No olvidemos que la manera más rápida de encontrar amor es dándolo. Porque siempre hay más alegría en dar que en recibir.
El amor es siempre la respuesta a toda pregunta y a todo problema. Jamás te equivocarás si optas por amar. Si decides amar, estarás en el lugar adecuado y en el momento adecuado. Seguro. El amor recompensa al dar sentido a tu vida.
Todo lo que hay que pedirle a la vida es que nos dé la oportunidad de amar a pesar de las imperfecciones. Nuestra vida debería estar consagrada a ser los amantes que queremos ser, y algún día lo conseguiremos. Hasta entonces, los que nos rodean, agradecerán nuestros intentos.
No lo olvides: sea cual sea tu problema, la solución es el amor.