De crío vi, en la vieja tele Supersond de casa –luminoso blanco y negro- “El valle de los hombres de piedra”, una de esas películas que activaban la imaginación infantil a extremos de salir luego a la calle y mirar a determinado personal, a ver si caía fulminado o, por lo menos, se petrificaba.
A mí me ha helado la sangre hoy ver en un blog de Público –el magnífico “La mesa de luz”- la sonrisa de Camps. Yo creo que ha de ser la Medusa de nuestros días, una de ellas al menos, porque a mí me ha petrificado: falsedad, histrionismo, forzado almíbar cáustico… La foto se comenta por sí sola, no necesita ni trajes, ni sastres… ¿Acojona, eh?
Qué miedo.
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