Hace casi un año y medio publicamos en otro blog (La percepción selectiva) una pequeña pieza sobre la sostenibilidad de la asistencia sanitaria que, entendemos, mantiene su vigencia. Decía así:
Fue un sinvergüenza maligno, hábil con el uso de los medios de comunicación disponibles en su época, el lugarteniente de Hitler Joseph Goebbels quien afirmó que si una mentira se repite muchas veces acaba por convertirse en una realidad.
Nos han repetido tantas veces que nuestro sistema sanitario no es sostenible que, aprovechando las nieblas de la guerra que representa la actual crisis económica, las administraciones están dispuestas de desmontar lo que hasta ahora funcionaba muy satisfactoriamente. Cualquier iniciativa o servicio es o no sostenible en función de los que quieras sostenerlo. En cuanto a lo que quieras dedicar para sostenerlo.
El sistema sanitario español, en contra de lo que se ha dicho repetidamente, no es caro. Según la OMS, ocupamos el lugar 26º en la lista de paísessegún la parte de la Renta per capita que dedicamos a la sanidad, un 8%. Según la Generalitat 1337€ habitante y año. Francia dedica 2400€; Suiza casi 3000€. (Y, claro, Sierra Leona sólo 20€). Por Comunidades Autónomas, en Catalunya estamos por debajo de la media española. De todas maneras, las cifras no siempre reflejan realidades y son fácilmente manipulables, pero lo cierto es que aquí gastamos menos que en otros sitios y todo el mundo está de acuerdo con que nuestro sistema es bueno. O sea que si es bueno y cuesta menos, es indudablemente barato. Y por lo tanto debería ser sostenible.
También es cierto que el gasto en salud ocupa una considerable parte del pastel del presupuesto. Aproximadamente la cuarta parte. Pero es que la asistencia sanitaria es también la principal obligación que tiene la administración para con los ciudadanos. Lo que sucede es que el dinero de la sanidad, como se trata de un servicio, en su mayor parte va a parar a salarios. Y salarios de personal al servicio de la administración, funcionarios o estatutarios, que no se pueden tocar ni manipular.
Lo que los neocons no pueden soportar, y no quieren sostener, es que esa más bien ingente cantidad de dinero (10 millardos al año) sea gasto y no se pueda negociar o especular con ella. No es un dinero “aprovechable”, no rinde. Se reparte entre profesionales y trabajadores y no entra en el mercado de las finanzas.
Para el capitalista eso es insoportable, insostenible. Lo único a hacer es reducirlo en lo posible e intentar privatizarlo. Si es más pequeño igual se puede vender. Y si reducimos la parte de sanidad del presupuesto igual se puede usar para otra cosa políticamente más provechosa para el capital.
Lo demás son jerigonzas y, como dice mi cirujano preferido, “pajaritos preñaos”.
Salvo alguna consideración sobre las estadísticas y la ingenua afirmación de que “…salarios de personal al servicio de la administración, funcionarios o estatutarios, que no se pueden tocar ni manipular…”, a la vista de lo que han venido haciendo los gobiernos con los salarios de los médicos y enfermeras, lo demás como decimos, mantiene su vigencia y, recientemente en la Comunidad Autónoma de Madrid de manera estentóreamente expresada por los sanitarios en huelga y protestas callejeras en forma de “Marea blanca“.
Creemos que el sistema sanitario es perfectamente sostenible como lo es cualquier cosa para la que exista la voluntad de sostenerlo. Los puentes más arriesgados se “sostienen” frente a los elementos y esa ley única de obligado cumplimiento que es la Ley de la Gravedad. Digan lo que digan los políticos, la asistencia sanitaria es sostenible y que se sostenga, que aguante, es una obligación de todos.
X. Allué (Editor)