Revista Comunicación

La sostenibilidad supone quebrar la continuidad del poder económico.

Publicado el 27 noviembre 2013 por Hugo Rep @HugoRep

“Es paradójico observar cómo mientras crece la crisis global de sostenibilidad también aumenta el uso de esta palabra. Las empresas la utilizan para confundir y para lavar su imagen. Es imposible que una compañía se defina como “sostenible“ cuando se dedica a hacer coches o envases de plástico”. Así comenzaba esta mañana su exposición Erik Assadourian, colaborador senior del Worldwatch Institute, en la presentación del informe La situación del mundo 2013, cuya edición en español coeditan Fuhem Ecosocial e Icaria.

Según el estadounidense, sostenible significa “dar bienestar a las personas sin perjudicar los sistemas ecológicos de los que dependemos“. Definir este concepto supone el primer paso para saber si es posible avanzar hacia una sociedad sostenible. Y la clave para lograr cambiar el modelo socio-económico en el que nos encontramos reside en generar un movimiento a escala global similar al abolicionista del siglo XIX. Assadourian ha asegurado que, para que este movimiento sea posible, se requiere un completo cambio cultural, de manera que se cree una “forma de vida, una cultura ecológica para cambiar la idea de que el crecimiento contaminante o las construcción equivalen a progreso“.

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Sostenibilidad ambiental en España.

La edición española de este informe de 664 páginas contiene en exclusiva un capítulo dedicado a la viabilidad de la sostenibilidad en España, elaborado por el profesor de Economía de la Universidad de Valladolid Óscar Carpintero y el investigador de la Fuhem José Bellver. Ambos han lamentado que, debido a la profunda crisis económica por la que traviesa este país, el debate medioabiental haya quedado fuera de la agenda. “Tenemos dos opciones“, – ha explicado Carpintero.- “O comenzamos un cambio profundo en la manera de concebir la economía o insistimos en este modelo, que solo nos lleva a profundizar en el retraso coyuntural“.

Carpintero también ha explicado que la política económica del Gobierno español está centrada exclusivamente en el crecimiento del PIB. “No hay ninguna correlación entre crecimiento del PIB de un país y el bienestar de sus ciudadanos. Es más, hay evidencias de lo contrario. Sin embargo, sabemos que basar la política económica en indicadores como la huella ecológica de los sistemas de producción o en la reducción de la desigualdad entre el 20% más rico de la población y el 20% más pobre sí se traduciría en bienestar social“. El profesor de Economía también ha destacado cómo tanto desde España como desde la Unión Europea han centrado las reformas en reducir el déficit público al 3%, cuando “lo que deberían hacer es establecer un porcentaje mínimo de dotación de recursos en servicios sociales y no traspasarlo pasara lo que pasara“.

Qué sabemos hacer.

En la práctica puede resultar complicado tratar de cambiar las bases sobre las que se asienta el modelo económico actual. “Da pavor ver cómo los recursos públicos se destinan para salvar a un sistema financiero que está al servicio de un sistema económico (el neoliberalismo) que atenta tanto contra el planeta como contra la salud de las personas“. A pesar de este panorama, Carpintero ha optado por mostrarse esperanzado ya que “técnicamente sabemos y podemos llevar a cabo determinadas acciones para reorganizar la sociedad“.

Un cambio basado en la implantación de un modelo económico sostenible orientado a la reducción del despilfarro y del consumismo excesivo e innecesario. Para ello, según han reflejado en el capítulo sobre la viabilidad de la sostenibilidad en España, es necesario rediseñar la política de ordenación del territorio sobre la base de las características del suelo, el clima y los recursos disponibles.

Bellver y Carpintero también proponen reconvertir el sector de la construcción por medio de la gestión inteligente de lo ya edificado e integrar las políticas de gestión de agua y energía para reducir el consumo y sustituir los combustibles fósiles y la energía nuclear por las energías renovables. Sobre este asunto Carpintero ha destacado que basar la productividad de un país en recursos no renovables conlleva a la desigualdad ya que “a medida que se vayan acabando irá aumentando paulatinamente el porcentaje de población que no pueda satisfacer sus necesidades“. Los que no puedan pagarlo.

La reconversión industrial, la agricultura y ganadería ecológicas, así como el fomento de empleos en economía sostenible y economía social son tres de las grandes propuestas para transformar el modelo económico. “Hay que generalizar los principios básicos de la industria limpia, generalizar el diseño de productos para adaptarlos a su propio ciclo de vida y fomentar la creación de eco-parques en los que las entidades que los integren establezcan sinergias en las que, por ejemplo, los residuos generados por unas puedan aprovecharlos otras“.

Respecto al fomento del empleo, los autores del capítulo relativo a España consideran que es necesario estimular los sectores que puedan ayudar a crear un tejido productivo sostenible. “En la última década se han creado medio millón de puestos de trabajo de los considerados como empleos verdes, cuya presencia en la economía es ínfima. Este dato revela el enorme potencial que tiene esta área y que no se está aprovechando“.

Por último, han querido recordar que el hecho de saber cómo cambiar el modelo productivo y tener con qué hacerlo no es suficiente. Consideran que se necesita respaldo social, por un lado, y un marco institucional y normativo que facilite e incentive este cambio. Aunque puede no resultar fácil. “Muchas de estas propuestas suponen quebrar los elementos de continuidad del poder económico en España“ que son, precisamente, los mismos que han propiciado la actual situación económico-ambiental del país.

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